Marta Mayo dice que solo se puede ser profesora si se tiene vocación. Y le pasa algo parecido con el Oviedo, que prácticamente es una parte más de su vida desde que iba al campo de pequeña con su padre. A él no le gustaba el fútbol, pero se acabó haciendo abonado por la insistencia de su hija. Mayo, que tiene 35 años y trabaja en una guardería, no se pierde casi ningún viaje con los azules y estuvo en el último partido del Oviedo con público en las gradas. Fue aquel lejano marzo.