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Sonia Villapo | Profesora asistente de Neurocirugía en el Houston Methodist Research Institute (Texas, EE UU)

“El Covid-19 puede aumentar el riesgo de enfermedades neurodegenerativas”

Sonia Villapol, en su laboratorio de Houston (EE UU).| | RWERWRWR

Sonia Villapol (Bretoña, Lugo) es profesora asistente de Neurocirugía en el Houston Methodist Research Institute (Texas, EE UU) y su línea de investigación es el daño cerebral. En marzo creó, junto con un grupo de científicos de Estados Unidos, el COV-irt, un consorcio de investigadores de distintas disciplinas procedentes de varias instituciones académicas, también de la NASA, por la necesidad de entender mejor el covid-19.

El consorcio recibió datos de las secuencias del SARS-CoV-2 de Nueva York para entender más sobre su transmisibilidad y variaciones genéticas, organizó reuniones y discusiones semanales y dos congresos en los que presentaron resultados de las vacunas, tratamientos, transmisión o genética del coronavirus. Ahora tiene más de 200 miembros.

–¿Cuál es su función dentro del COV-irt?

–Coordino el grupo de neurología. Hemos establecido colaboraciones, sobre todo a la hora de tener acceso a muestras de pacientes. Mi laboratorio está colaborando con un hospital de Argentina y otros equipos de Inglaterra, España e Italia para analizar el papel que tienen las bacterias intestinales en el desarrollo de la severidad del covid-19.

–¿Qué síntomas neurológicos padecen los enfermos de covid-19 y qué prevalencia tienen?

–Diversos estudios apuntan que entre el 40% y el 60% de los pacientes de covid-19 experimentaron algún tipo de síntomas neurológicos. Al síntoma bastante común al inicio de la infección, la pérdida de gusto o olfato, se suman dolores de cabeza, confusión, alteración del estado de alerta, inconsciencia prolongada, delirio o pérdida de memoria, psicosis, ansiedad o estrés postraumático.

–¿Son síntomas transitorios?

–La mayoría, sí. La gente recupera la normalidad a las pocas semanas. Pero hay casos de síntomas persistentes que reaparecen meses después de la recuperación, y en un alto porcentaje de enfermos que requirieron hospitalización. También es bastante común la niebla cerebral o episodios de falta de concentración. En pacientes más graves se han encontrado encefalitis. Hay casos más extraordinarios, con el síndrome de Guillain-Barré, que provoca parálisis temporal. Incluso se dio un porcentaje alto de ictus en grupos de poco riesgo y, especialmente, gente joven que presentaron trombos en el cerebro durante su hospitalización.

–¿Las secuelas neurológicas se dan solo en pacientes hospitalizados o graves ?

–La mayoría de los síntomas neurológicos observados son en pacientes hospitalizados y las secuelas son más relevantes en personas mayores hospitalizadas durante periodos más largos. Experimentar más de cinco síntomas del covid-19 durante la primera semana de la enfermedad se asoció a efectos a largo plazo. Muchas de las secuelas perduran durante meses, pero otras reaparecen y son intermitentes.

–¿Hay casos entre asintomáticos?

–Desafortunadamente, hay pocos estudios en pacientes asintomáticos, ya que es un grupo que normalmente no se detecta. Pero algunos estudios han identificado daños inflamatorios en el corazón o en los pulmones de algunas personas que se infectaron del covid-19 sin síntomas.

–¿Y síntomas neurológicos?

–Entre ellos, también se detectaron síntomas neurológicos leves en asintomáticos, como una aptitud olfativa comprometida. Se han publicado casos clínicos de pacientes asintomáticos jóvenes y sin riesgos, que desarrollaron ictus una vez recuperados del covid-19. No hay que bajar la alerta con los asintomáticos.

-¿El covid-19 aumenta las probabilidades de padecer un accidente cerebrovascular, trombosis cerebral o hemorragia cerebral?

–Sí. Aparecen problemas cerebrovasculares entre el 1% y el 6% de las personas hospitalizadas. Será un número enorme a medida que avance la pandemia. Hay un aumento de 7,6 veces en las probabilidades de accidente cerebrovascular con covid-19 en comparación con la gripe. Es preocupante porque estos pacientes de covid-19 no tenían predisposición para desarrollar ictus y no pertenecían a grupos de riesgo. Llevo muchos años estudiando el daño cerebral y no existe un tratamiento efectivo. Necesitamos seguir investigando más intensamente que nunca.

–¿El virus SARS-CoV-2 puede entrar en el cerebro, atravesando la barrera hematoencefálica?

–La capacidad neurotrópica del SARS-CoV-2, o su entrada directa y la infección del sistema nervioso, se ha observado en los cerebros de las autopsias de los pacientes de covid-19. Normalmente, en estados inflamatorios la barrera hematoencefálica es más permeable, está dañada y puede dar entrada a infecciones. La proteína de espiga del SARS-CoV-2 tiene la habilidad de alterar la barrera hematoencefálica permitiendo la neuroinvasión. También se han detectado estas proteínas de espiga en los capilares cerebrales.

–Cuando el SARS-CoV-2 entra en el cerebro, ¿se reproduce igual que en otras células del cuerpo?

–Depende de la cantidad de receptores de la vía de entrada del coronavirus, los llamados ACE2, que tenga cada tipo celular. Las neuronas tienen pocos y los oligodendrocitos (células productoras de mielina) tienen más. Se han observado casos de enfermos de covid-19 con pérdida de mielina. Los pulmones, corazón o los intestinos tienen una alta concentración de estos receptores y la entrada del SARS-CoV-2 en estos tejidos es mayor. El efecto en el cerebro se debe, principalmente, a la hiperinflamación sistémica y cómo afecta a la inflamación cerebral.

–¿El virus llega al cerebro entrando por la nariz?

–Sí, es una de las vías. El SARS-CoV-2, al ser un virus respiratorio, infecta fácilmente el tracto respiratorio superior y los pulmones, pero también daña el bulbo y el nervio olfativo. También entra en el cerebro a través de la circulación, ya que las células endoteliales de los capilares sanguíneos en el cerebro tienen una alta concentración de los receptores de entrada del coronavirus.

–La infección por SARS-CoV-2 parece disminuir el número de conexiones nerviosas. ¿Esto llevaría al paciente a padecer demencia? ¿Es reversible?

–Un gran estudio del Reino Unido revela la amplitud de las complicaciones neurológicas y neuropsiquiátricas de la infección por covid-19, que incluyen estado mental alterado y síndrome similar a la demencia que puede ser reversible.

–Eso parece tranquilizador.

–Pero también puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas a largo plazo por varios mecanismos. El estado inflamatorio puede aumentar la inflamación en el cerebro y producir alteraciones en las proteínas neurodegenerativas que acelerarían considerablemente la producción de proteínas amiloides que más tarde se acumularían en placas. Si las células no tienen la capacidad de reducir esta hiperinflamación y esta producción de amiloides, es decir, no pueden “limpiar” estos componentes tóxicos, se produce un alto riesgo de demencia u otras enfermedades neurodegenerativas a nivel crónico.

–Usted estudia las bacterias intestinales. ¿Tienen alguna relación con el covid-19?

–Sí. La flora intestinal puede influir en muchas enfermedades. Las bacterias que tenemos en nuestros intestinos interaccionan con el sistema inmune y dependiendo de la inflamación desencadenada durante el transcurso de una enfermedad, se alteran las bacterias intestinales que pueden llegar a aumentar la respuesta inflamatoria. Esto ocurre en las distintas fases del covid-19, la respuesta inflamatoria es distinta y quizá podemos hacer un pronóstico de la severidad del covid-19 analizando la flora bacteriana y revertir su composición para reducir la hiperinflamación, y así la severidad.

–¿Qué más objetivos tienen?

–Queremos identificar si algunas bacterias pudieran servir como indicadores de la susceptibilidad al covid-19. Estas son algunas en las hipótesis en las que nos centramos en los proyectos de investigación clínicos en mi laboratorio en Houston y en otro proyecto en colaboración con un hospital en Argentina. También sabemos que existe una comunicación entre el cerebro y el sistema digestivo, de hecho, en los intestinos tenemos neuronas, el llamado sistema neuronal entérico, que establece una comunicación con el cerebro. En nuestro estudio tenemos pacientes de covid-19 con problemas neurológicos; por lo tanto, vamos a intentar establecer una relación.

–¿Comparte el entusiasmo general por los resultados de las vacunas de Pfizer y Moderna?

–Desde luego, y estoy deseando ver los datos publicados pronto. Tanto la vacuna de Pfizer como la de Moderna han mostrado los datos preliminares con un 95% de efectividad en la fase 3. Hay que ver cuáles son los resultados finales, pero hasta el momento es muy espectacular, incluyendo grupos de participantes mayores de 65 años, participantes con vulnerabilidades, y grupos de la población diversos.

–¿Entusiasmo sin matices?

–Es la primera vez que se analizan a esta escala vacunas de ARN, por lo tanto, es complicado comparar estos resultados con vacunas anteriores. Conocemos los resultados ya en la fase 1 que indican que estas vacunas pueden protegen a personas de más de 65 años, generando anticuerpos neutralizantes, y respuesta celular, y esto es lo relevante, que protegen a los grupos que más necesitan vacunarse.

–No sabemos qué protección ofrece la vacuna a largo plazo.

–Aún quedan por evaluar esos efectos, pero da muchos ánimos ver que son seguras y efectivas en cada una de las fases. Conseguirán la aprobación de emergencia e imagino que en primavera y verano se empiece a vacunar a un grupo importante de población.

–¿Qué se puede mejorar en España?

–En España, EE UU y otros países hay mucho que mejorar. No llegaríamos a este punto de contagios si las cosas se hubieran hecho medianamente bien. No hay que caer en el agotamiento de la pandemia y sus medidas, porque todavía no tenemos a la población vacunada, hay que seguir tomando precauciones y protegiendo a los grupos vulnerables, y evitar contagiarse por la incertidumbre con las secuelas.

–¿Debería admitir claramente el Ministerio de Sanidad que los aerosoles son la vía principal de transmisión del covid-19?

–Sin duda, gracias a la perseverancia del mensaje del profesor Jiménez de la Universidad de Colorado y otros especialistas, en que la transmisión del coronavirus por aerosoles es la más relevante. Un informe publicado por el Ministerio de Ciencia recalca estos puntos. Es el turno de las instituciones para mejorar las medidas de protección y reducir la transmisión.

–¿Hay datos sobre los daños neurológicos de los otros dos coronavirus, los del SARS y el MERS, que sirvan para prever las consecuencias del covid-19?

–El SARS y el MERS han causado dos epidemias, pero la presencia de cuadros neurológicos no ha sido alta, aunque los estudios solo se centraban en unas fases iniciales de la epidemia. Sabemos que el neurotropismo era común para la familia de los coronavirus. Los estudios han mostrado que un 25% de los pacientes de MERS desarrollaron confusión, y el 8,6%, convulsiones. Muy pocos casos con patologías neurológicas graves, como el síndrome de Guillain-Barré. Para el SARS-CoV en 2002, también se encontró este virus en el cerebro de los pacientes. Los daños neurológicos que se analizaron fueron escasos, porque afectó a un número más bajo de la población, por lo que no podemos saber las consecuencias a largo plazo.

–En un reportaje de “The New York Times”, algunas personas que enfermaron de covid-19 describían haber padecido pesadillas horribles. ¿Se puede atribuir al coronavirus o se produce en otras enfermedades por la larga estancia en la UCI y los fármacos para la sedación?

–Cierto, los efectos directos e indirectos del SARS-CoV-2 en el cerebro siguen sin estar claros y es importante realizar esta diferenciación. Un estudio reciente asegura que uno de cada cinco pacientes de covid-19 ha sido diagnosticado con un desorden psiquiátrico, como ansiedad, insomnio o depresión a los tres meses. También es cierto que existe una compleja interacción entre la inflamación, la sedación y la disfunción cognitiva.

–¿De qué manera?

–La sedación en la UCI de los pacientes de covid-19 por un periodo largo aumenta la posibilidad de disfunción cognitiva. Se relaciona con una alteración del metabolismo y con la lesión hipoxia, no con la infección viral. Pero también hemos visto las proteínas espiga del SARS-CoV-2 en las neuronas del cerebro de las autopsias de pacientes covid-19 usando técnicas inmunohistoquímicas, y, sobre todo también en las células endoteliales de los vasos cerebrales o las meninges. Por lo tanto, es necesario hacer una diferenciación entre las causas neurológicas en los pacientes de avanzada edad sedados durante largos periodos de tiempo. Los pacientes que no están bajo anestesia también sufren problemas cognitivos. Se podría hacer, por ejemplo, monitorizando la dosis de anestesia para medir los ritmos cerebrales y la actividad neuronal para evitar alteraciones.

–Algunos investigadores asociaron la encefalitis letárgica, que se describe en la película “Despertares” (“Awakenings”, 1990, con Robert De Niro y Robin Williams), con la pandemia de gripe de 1918. ¿Podrían aflorar enfermedades neurológicas extrañas como aquella años después de que termine esta pandemia de coronavirus?

–Sí. Se han publicado casos de encefalopatías transitorias. Habrá que hacer un seguimiento de los pacientes de covid-19 durante largos periodos y estar atentos a las posibles complicaciones neurológicas graves, como la encefalitis, que se pueden manifestar a largo plazo. Los médicos deben ser conscientes de los posibles efectos neurológicos, ya que el diagnóstico temprano puede mejorar los resultados de los pacientes y es necesario un seguimiento a largo plazo.

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