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Las vidas perdidas en la fosa de El Rellán: 6 historias de dolor y resignación

Descendientes de las víctimas del franquismo enterradas en la fosa de Grado reviven, ahora que se están exhumando los restos, el peso de una pérdida llevada en silencio

Un voluntario de la ARMH explica a los familiares los objetos personales hallados. | S. Arias

A los familiares de las víctimas de la postguerra enterradas en la fosa de El Rellán, en Grado, les ha tocado aprender una lección de dolor y paciencia. Los descendientes han tenido que aprender, primero, a sobrellevar en silencio la pena durante cuarenta años de dictadura franquista. Después, ya en democracia, tuvieron que saber esperar con calma el día en que fuese posible recuperar los restos de sus padres, madres, abuelos o tíos. Una exhumación que se llevó a cabo, por fin, a principios de agosto, culminando con la extracción de los restos de 14 personas. Aún hay que continuar el trabajo pues el enterramiento sigue por debajo de una granja de cerdos, que fue construida tiempo después. “Primero hacían bailes y fiestas y luego se jactaban de que estaban los gochos ahí encima”, recuerdan las familias. En estas tres páginas, seis descendientes de las víctimas cuentan cómo sobrellevaron tan dolorosas pérdidas.

Los descendientes relatan lo duro que fue pasar casi todos los días de su vida por El Rellán, sabiendo o sospechando que allí estaban sus seres queridos. “No te podías ni acercar, hubo alguno que consiguió sacar gente, pero en otros sitios”, aseguran. De hecho, señalan que años después, una avenida del río Cubia, que bordea la finca, destapó algunos cuerpos y hubo quien que reconoció a sus fallecidos por la ropa:“Fue traumático”.

Enero de 2019: se compra la finca

El Ayuntamiento de Grado compró los terrenos por casi 65.000 euros para que la asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) inciera la exhumación de la fosa. 

Julio de 2020: primeros sondeos

La ARMH inició el trabajo previo de investigación histórica, oral y documental, para realizar la prospección arqueológica, en la que ya apareciendo restos humanos y material balísitico.

Abril de 2021: archivo judicial

El Juzgado de Grado investigó los hechos al aparecer personas con signos de violencia. Un informe del Instituo Nacional de Toxicología retrasó meses el fallo de la causa, que fue archivada. 

Agosto de 2021: hallan 14 cuerpos

El pasado día 8 finalizó la intervención recuperando los restos de catorce personas. El trabajo continuará una vez que sea demolida la antigua granja de cerdos que hay sobre la fosa, hecha tiempo después. Una actuación que iniciará el Principado de Asturias en cuanto tenga la aprobación por parte del Ministerio de Trabajo del plan de obra, necesario por la presencia de materiales tóxicos en el inmueble.


El dolor dio paso a la esperanza cuando el Ayuntamiento de Grado, en 2019, adquirió la finca para que la asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) iniciase la exhumación. Han tenido que esperar. Desde que comenzase el sondeo, en 2020, la extracción se paralizó hasta en tres ocasiones. Una por la investigación judicial al aparecer cadáveres, cuyo archivo se retrasó por un informe. Una segunda por las intensas lluvias del pasado mes de junio . Y , una tercera, ahora, a la espera del derribo del edificio de la vieja explotación ganadera. Esperan que sea el último obstáculo para que la ARMH haga la exhumación completa de la fosa de El Rellán.

El exilio de Armonía, el adiós a un padre

Armonía Fernández Suárez nunca supo dónde fue enterrado su padre, Gabino Fernández Suárez,que tenía de 37 años y era vecino de La Veiga de Villahizoy, cuando fue fusilado por haber sido comisario político del Partido Comunista de España (PCE) en la zona de Salcéu, en Grado. “Fíjate que después de muerto le hicieron el consejo de guerra”, dice su hijas, hoy con 87 años, quien confirmó hace unos años por una familiar que su padre está enterrado en El Rellán.

“Mi madre nunca supo nada, supuso que estaba ahí porque ahí se sabe que hay muchísima gente, y se sabe de siempre, a nosotras nos llegaron muchos comentarios pero unos son ciertos y otros no, a veces tampoco te puedes fiar”, comenta esta mujer, quien espera poder recuperar los restos de su padre en la fosa, también conocida como “La Chabola”.

Armonía Fernández Suárez. Hija, vecina de Oviedo. | Gabino Fernández Suárez. Labrador, muerto en marzo de 1937.

No supieron nada del destino del cabeza de familia porque cuando estalló la Guerra Civil su madre y ella abandonaron Asturias rumbo a Barcelona. “Mi padre se quedó a combatir”, dice orgullosa. En la partida, en Gijón, nació su hermana Tania, que nunca conoció a su padre. “Después cruzamos a Francia y, en 1940, regresamos”, recuerda.

Y la vuelta a España, con el régimen franquista instaurado en el poder, fue muy dura para las tres. “Lo que tuvimos que aguantar...”, apostilla. “Nos saqueaban todo y faltó mucho. Además, cosas de mi padre que se llevó mi madre con nosotras a Francia, como once joyas de oro que había comprado mi padre en Cuba, donde había emigrado, todavía las traen puestas y eso lo sabe la parroquia entera”, afirma.

Fernández, con 87 años, urge la intervención completa de la fosa cuanto antes. Quiere recuperar los restos de su padre para enterrarlo junto a la familia y poder así reunirla décadas después de aquel asesinato: “Para mí es algo muy importante”. 

Benigno, la tragedia familiar en tres fosas

“Lo que pasó en mi casa fue una masacre”, afirma Benigno García García, quien busca en El Rellán a su abuelo, Francisco García Fernández, de Villaruiz, fusilado a los 62 años. “ La muerte fue más por el hijo mayor, José, que tenía unos 24 años y estaba bastante comprometido con la izquierda, que por él”. El joven también está en una fosa, en La Dosal de Momalo (Grado), así como sus hermanos gemelos de 16 años, Hilario y Antonio, arrojados a un pozo en Villanueva (Teverga).

La familia siempre supo donde estaban los cuatro, adonde acuden a modo de cementerio, “antes a escondidas y, ahora con la ilusión de recuperar sus restos”, dice García. En La Dosal, incluso, han dejado las cenizas por voluntad de algunos familiares ya fallecidos, como sus tías. Y, ahora, buscan al abuelo en El Rellán. “Él se fue a Mieres porque andaban detrás suyo porque José estaba ‘fugao’ y fue a recoger al tren una bolla de Pascua que le mandaba la familia y alguien que lo conocía lo vio y lo denunció. Y de Mieres lo llevaron al chalet de Patallo, en Grado, donde le pegaron un tiro en la cabeza, cosa que sé por un vecino del pueblo”, explica.

Benigno García García Nieto, vecino de Trubia (Oviedo). | Francisco García Fernández Labrador, muerto en mayo de 1938.

Los hechos conmocionaron a los supervivientes de la familia, las tías de García, quienes siempre decían al pasar por El Rellán: “Ahí está papá”. Fue tal el miedo que pasaron, dice, que cuando su madre reconoció en él “los mismos ideales que el abuelo estaba toda asustada y se cogió un disgusto tremendo”.

La familia de Villaruiz nunca imaginó poder recuperar los restos del abuelo, por eso están muy agradecidos a la asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que lleva a cabo la exhumación de los cuerpos. Además, García, cuestiona que haya personas que “nieguen o aún defiendan lo que pasó, a esos les diría: ‘Tú a tus muertos los tienes donde quieres. Yo, donde quisisteis vosotros’”.

El panteón de Marina, listo para el abuelo

“Mi padre y mis tíos murieron con la pena de no tener los restos de mi buelo, lo tenían por ahí tirao y era tal la obsesión que tenía mi padre que por eso que compró un panteón propio para llevar al padre si es que aparecía”. Así da cuenta Marina Vegas Menéndez del sufrimiento que pasó su familia tras el fusilamiento de su abuelo, José Vegas Suárez, en 1939, tras ser detenido en Restiello, en Grado, donde vivía. “Mi padre siempre decía que en la postguerra se había fartucao de comer raíces de los artos, eran tres hermanos, unos guajes”.

Su abuelo, militante del PSOE, había emigrado a Cuba donde trabajó como chófer “y aprovechaba para leer en la biblioteca de la casa y eso le dio ideas y oratoria, eso me dicen mucho”, comenta Vegas. En la Guerra Civil puso chapas a un vehículo al que dejó solo una parte con cristal a modo de tronera para transportar la comida de racionamiento a las tropas. Acabada la contienda en Asturias fue apresado en Restiello. “Lo llevaron al chalet de Patallo, me lo contó el hijo de otro represaliado, y me dijo que allí les dieron pero bien, pero que luego ya no sabía seguro donde estaban, si en ‘La Chabola’ o en ‘La Garba’”, señala.

Marina Vegas Menéndez Nieta, vecina de Grado. | José Vegas Suárez Chófer, muerto en 1939.

Todo lo que conoce del asesinato del abuelo lo sabe por su padre y tíos “porque mi buela Lola nunca contó nada”, detalla. La familia sospecha que, además de cuitas por unas huertas propiedad de la familia, su afiliación al PSOE durante la II República, que defendió con mítines por Salcéu y en la guerra, son los motivos de su captura: “Y porque como había libertad de culto también despedía los funerales civiles”, detalla. Además, Marina Vegas, incide en que muchos de los que habían emigrado a América fueron muy perseguidos por la autoridades del régimen y todo era por “porque conocían ideas nuevas y venían más preparados. Porque habían visto mundo y eso no lo querían aquí”, asegura la nieta de aquel chófer que se ilustró en Cuba. 

María Luisa Flórez se “crio callando”

“Te crías callando y te acostumbras a todo, lo que pasamos y aguantamos parece imposible ahora para los jóvenes, que no se lo creen los probes”, comenta María Luisa Flórez Álvarez, de 95 años, quien busca en la fosa de Grado los restos de su padre, Castor Flórez Álvarez, de Vigaña, asesinado en torno a 1940, tras haber sido acusado “de comunista, de que no era afecto al régimen, porque había alguien que quería su trabajo como árbitro municipal. Iba pesando los gochos por los pueblos porque se pagaba un tanto al Ayuntamiento”.

Ella era una niña y aún recuerda la figura de su padre con una romana, una pesa, colgando del cinturón: “Era muy buen mozo”. También se acuerda del momento en el que le dijeron que habían matado a su padre y, por eso, tiene toda la ilusión puesta en que la excavación de El Rellán le dé los restos de su padre. “No quisiera morirme sin encontrar algo”, sobre todo por mi madre, Aurora, que es la que peor lo pasó”.

María Luisa Flórez Álvarez. Hija, de Vigaña (Grado). | Cástor Flórez García. Árbitro municipal, muerto en torno a 1940.

Lo que sabe es por su madre y abuela. Señala que su padre había recibido la amenaza de que o se entregaba o matarían a toda la familia. “Y pa’ allá fue, se entregó en Belmonte y luego alguien le dijo a mi buela que lo llevaran a Grado, creemos que luego al Rellán pero no lo sabemos”. María Luisa Flórez piensa que su padre puede estar también en la fosa que hay en Belmonte. “Pero quién sabe, a muchos los tiraban al río Narcea de la que venían o en Cabruñana en la cuneta porque no había donde-los meter”, sostiene la mujer, quien no podía contener las lágrimas en las visitas que realizó a la campaña arqueológica para recuperar a las víctimas. “Una vez fui a ver el trabajo, otra para la muestra de ADN y en el homenaje. Fue mucho”.

María Luisa quiere recuperar los restos de su padre, al que conoció poco tiempo, para poder así reparar en parte el sufrimiento que pasó su madre: “Fue duro, calamidad por un lado y calamidad por el otro”.

Un dólar de oro, la esperanza de Onelia

Lo primero que dice Onelia Huerta Fernández de la muerte de su padre, Rafael Huerta Miranda, es que sabe muy poco “porque mis tías y mi madre no hablaban en casa de estas cosas”. Como ella, algunas familias no tienen la completa seguridad de que sus antepasados estén en El Rellán, “pero hay que buscarlos”, asegura. “Fijo no lo sabemos pero todo el mundo en Villanueva lo dice y Lucindo y Josefina, que eran de Hispanes, siempre decían que estaba en El Rellán”, añade.

Ahora, además, se une el hecho de que los arqueólogos han encontrado en la exhumación una dólar de oro que, Huerta, sospecha que pueda ser de su padre. Había emigrado de joven a Tampa, en Estados Unidos. “Se casó con 45 años con mi madre, que era de Somines, y dicen que era un hombre muy inteligente, que daba gusto oírlo hablar”, dice de lo que ella y su hermana, Marina, supieron de su padre, que fue asesinado con 50 años. “ Fue denunciado, creo, porque no había ido a la mili cuando estaba en América, pero seguro que fue por alguna envidia, que es una cosa que solía pasar mucho por unos praos o por lo que fuera”. También por su defensa de ideas de progreso y avance social, destaca, “pues creo que dio un mitin en las escuelas de Llantrales que fue impecable. Eso me lo tienen dicho a mí muchas veces”.

Onelia Huerta Fernández. Hija, vecina de Grado. | Rafael Huerta Miranda. Labrador, muerto en octubre de 1937.

De lo que pasó en torno al fusilamiento de su padre en octubre de 1937, Huerta conoce algunos aspectos. Como que la autoridad franquista le ordenó presentarse en Grado y que, aunque su madre le dijo muchas veces que se escondiera y no acudiese, “él decía que por qué se iba a esconder si no había hecho nada ni daño a nadie. Se fue a entregar y ya no volvió más a casa”, rememora la mujer, de 87 años. Ahora, pese a que nunca creyó posible sacarlo de la fosa “porque no te dejaban ni acercarte”, tiene todas las esperanzas de encontrar los restos de su padre en El Rellán.

Sabino, los recuerdos de un niño de 6 años

“Fue todo porque unos vecinos los denunciaron porque querían quitarles unas tierras que trabajaban arrendadas para llevarlas ellos, pero mi padre y mi abuelo se plantaron”, argumenta Sabino Fernández, de 89 años, sobre el motivo de los dos asesinatos de la familia de Vallongo, en Grado. Su abuelo, José Fernández Menéndez, fue apaleado con una muleta delante de casa por un vecino al paso de una tropa de falangistas. Sabino tenía seis años: “Se lo llevaron a la parte de atrás de la casa, sonaron dos tiros y otro un poco más tarde”.

Lo enterraron a escondidas mientras, su padre, Ramón Fernández Fernández, estaba escondido en un agujero cavado en el escalón de la puerta del cuarterón. Después lo llevaron a Baselgas, estando un tiempo también en el monte. Amenazaron con matar a los tres hijos que tenía y él, decidió entregarse después de rechazar una proposición para convertirse en falangista “y buscar fugaos por el monte, prefirió morir que vestirse de falangista”, asevera.

Sabino Fernández Fernández. Hijo, vecino de Grado. | Ramón Fernández Fernández. Labrador, muerto en marzo de 1938.

Lo llevaron por los montes de La Garba y, según le desveló un vecino del pueblo, “el mismo que mató a mi abuelo quería matar a mi padre a la altura de La Albera, pero los falangistas no se lo permitieron y le ordenaron que diera la vuelta”. Lo trasladaron al chalet de Patallo en la villa moscona y esa misma noche lo llevaron en camión a la fosa de “La Chabola”, donde fue fusilado.

“Estoy viviendo con emoción y esperanza el poder llegar a encontrar los restos de mi padre para cumplir la voluntad de mi madre. Es reconfortante lo que hacen los voluntarios, un trabajo impagable que debería hacer el Gobierno de España”, sentencia Fernández. El octogenario cree que habrá personas que nunca se lleguen a encontrar pues, según testigos, durante la construcción de la granja de cerdos, en los años 50 del siglo XX, “se tiraron cuerpos al río Cubia y después, con los gochos encima, mucho me temo que haya gente que no aparezca en la vida”.

La Garba, la próxima en ser abierta

En el concejo de Grado, además de El Rellán, hay un total de catorce fosa comunes y otras dos de una sola persona. Todas ellas serán exhumadas tal y como se comprometió el actual Alcalde, José Luis Trabanco (IU), que propondrá a la asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) continuar en la conocida como La Garba. Allí, están cinco vecinos del concejo y un desconocido.

Así lo refleja el estudio que están haciendo los impulsores de la asociación memorialista de Grado “Carlos Barredo”, en recuerdo del último Alcalde de la República del municipio, asesinado a los 20 días del levantamiento militar de 1936. “Nos basamos en muchos trabajos previos, hechos muchos desinteresadamente, que culminaron en el trabajo que hizo la Universidad de Oviedo”, explica José Sierra, exregidor moscón de IU y uno de los fundadores del colectivo, a punto de ser constituido para la investigación en materia de memoria histórica en Grado.

“Buscamos no sólo en el concejo, si no a todos los vecinos de Grado que estén en una fosa, ya sea en Vigo o en el campo de concentración nazi de Gusen”, detalla Sierra. Y para la creación del colectivo, los miembros fundadores han realizado entrevistas y han bebido de las fuentes documentales para crear un archivo sobre los vecinos de Grado víctimas de la represión fascista.

En La Garba fueron fusiladas, que se haya constatado, un total de seis personas. El 28 de febrero de 1938 mataron allí a una mujer y a un hombre de Vigaña y a otro vecino de Villandás. Después, el 7 de enero de 1939 fusilaron a una joven de Villandás. También a un labrador de Rubiano y a un vecino desconocido de Trubia, sin fecha ambos. 

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