La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El cancionero asturiano de Alan Lomax

El folclorista norteamericano recorrió la región setenta años atrás, guiado por Juan Uría Ríu y vigilado por la Guardia Civil, rescatando numerosas canciones | Grabó a las tías de Falo Moro en una interpretación de "Ay, un galán de esta villa" que acabó en una escena de "Misión: Imposible 2"

Josefa Moradiellos y Ángela Mestas, interpretando el corricorri en Arenas de Cabrales el 9 de noviembre de 1952, en una fotografía tomada por Lomax. | Alan Lomax Collection at the American Folklife Center, Biblioteca del Congreso. Cortesía de Association for Cultural Equity / LNE

Una de las escenas más bizarras de la historia del cine es aquella de "Misión: Imposible 2" (John Woo, 2000), protagonizada por Tom Cruise, en la que se fusionan las procesiones de la Semana Santa sevillana con las fallas de Valencia y los Sanfermines de Pamplona, de tal manera que los costaleros que transportan las imágenes religiosas, ataviados todos ellos con pañuelo rojo, acaban arrojando los santos a las llamas, ante el estupor de un espectador alucinado. Para completar la macedonia, los procesionarios entonan nada menos que el romance "Ay, un galán de esta villa" que acompaña a la danza prima en versión de Pola de Siero. Esa banda sonora inesperada no es, aunque lo parece, una grabación en directo, sino que se trata de un sonido de stock: fue grabada en Pola de Siero, el 17 de noviembre de 1952, por el etnomusicólogo Alan Lomax, que aquel otoño recorrió las tierras asturianas recopilando muestras del folclore regional. Cuando se cumplen 70 años de aquel periplo, un libro, "Alan Lomax y Jeanette Bell en España (1952-1953). Las grabaciones de música folclórica", escrito por Ascensión Mazuela-Anguita y editado por el CSIC, arroja nueva luz sobre las andanzas de Lomax y profundiza en la estrecha relación que el folclorista mantuvo con el historiador asturiano Juan Uría Ríu, con quien estableció contacto merced a Julio Caro Baroja.

En sus diarios, Lomax describe a Uría de forma extremadamente elogiosa: "Él es un gran hombre, su piel es del mismo color que el edificio de la Universidad (de Oviedo), amarillo ahumado, y tiene unos pequeños ojos brillantes que asoman por encima de unas bolsas oscuras. Él es un gran hombre para un español, extremadamente activo, energético y alegre, pero puedes ver que ha estado enfermo. El Cirujano de Madrid le dijo que solo eran los nervios del corazón, pero cuando sube dos tramos de escaleras de prisa tiene que detenerse y tomarse el resto del camino con calma". Fueron amigos "desde el primer momento", señala Lomax, y Uría le hizo de cicerone durante al menos la mitad de su estancia en Asturias: doce intensos días de noviembre en los que recorrió Asturias recopilando canciones.

Un hombre en burro en Arenas de Cabrales, fotografiado por Lomax. | Alan Lomax Collection at the American Folklife Center, Biblioteca del Congreso. Cortesía de Association for Cultural Equity / LNE

El concejo de Aller fue la primera parada de Lomax y su asistente, Jeanette Bell. Según relata Mazuela-Anguita, en un bar de montaña grabaron al minero Carlos Fernández Solís, "Carlitos el de Murias", ya en el término de Santibáñez de Murias. Las grabaciones de aquella sesión se conservan, como el resto del trabajo de Lomax, en el archivo de la Association for Cultural Equity, que las tiene digitalizadas y colgadas en su web, archive.culturalequity.org. En total, se contabilizan siete grabaciones, capturadas el 9 de noviembre de 1952: "El puente de Valdesoto", "Calle la del Rivero", "To madre reburdia y riñe", "Adiós, la mio vaca pinta", "Altos Coaña", "Cabrúñame la gadaña" y "En picando y en forando". La propina del concierto corrió a cargo de la Guardia Civil.

Mazuela-Anguita reconstruye la peripecia de Lomax con la Benemérita siguiendo el relato que el etnomusicólogo hace en sus diarios: "Una pareja de la Guardia Civil entró en el bar cuando grababan y uno de ellos se acercó a Lomax pidiéndole que lo acompañara a la habitación de atrás para mostrarle el pasaporte. Sacó una nota –en la que Lomax pudo atisbar su nombre en medio de un escrito oficial– y le preguntó si él era Alan Lomax". La tensión se palpaba en esos momentos en el local. Lomax pidió al guardia civil que le devolviese el pasaporte, pero el agente se negó y lo llevó de vuelta a la sala principal. El agente se fue del bar para mostrar el pasaporte del norteamericano a su jefe, mientras su compañero, rifle en mano, se quedaba vigilando en el local. Esperaron en silencio hasta que el guardia civil volvió al bar para comunicarles que "todo había sido un malentendido".

El historiador Juan Uría Ríu, en su despacho. | Alan Lomax Collection at the American Folklife Center, Biblioteca del Congreso. Cortesía de Association for Cultural Equity / LNE

Lomax no acertaba a comprender cómo la Guardia Civil podía saber que estaba en un bar de Santibáñez de Murias. El agente, no sin cierta brusquedad, le explicó que la orden procedía de un departamento de Cáceres, desde el que les habían informado de que "un cierto folclorista americano" estaba "deambulando por el país, recogiendo canciones". Lomax ató cabos: en Cáceres, donde había estado a principios de octubre, había hablado de política con un falangista, José Canal, que supuso que habría dado parte a la Guardia Civil. Para cuando llegó a Asturias, todos los puestos de la Benemérita del país, supuso Lomax, debían de tener la orden general de seguir sus pasos.

Pese a esta incómoda sospecha, el norteamericano no tuvo más problemas durante su estancia en Asturias. Desde Oviedo, centro de operaciones, se desplazó por todo el territorio regional recopilando muestras singulares del folclore astur. Uría le orientaba y le ponía en contacto con sus numerosos amigos en la región. "Los amigos de don Uría estaban por todas partes en Asturias. Todo lo que tenía que hacer era llamarlos por teléfono y la alfombra roja se desenrollaba para nosotros, y los cantantes cantaban lo mejor que podían", escribió Lomax en sus diarios.

El baile del corricorri en Arenas de Cabrales. | Alan Lomax Collection at the American Folklife Center, Biblioteca del Congreso. Cortesía de Association for Cultural Equity / LNE

Así fue en Mieres, en Porrúa, en Llanes, en Arenas de Cabrales, en Gijón… en cada plaza que visitaba aquella extraña pareja, Lomax y Uría, siempre acompañados por Jeanette Bell, recopilando canciones en peligro de extinción. Y así sucedió en Pola de Siero aquel 17 de noviembre, cuando, tal y como relató Lomax, "un centenar de personas" se reunieron tras la llamada de Uría para "bailar y cantar la danza prima y las giraldillas".

En esa sesión, Lomax completó 18 grabaciones, aunque no consta que tomase ninguna de las vívidas fotografías que sí realizó en otros puntos de la geografía regional. Grabó la "Danza de San Pedro", "Adónde vas por agua", "La casa del señor cura" y otras canciones, entre ellas la espectacular "Ay, un galán de esta villa" que acabaría acompañando aquel delirio de escena de "Misión: Imposible 2" y que fue cantada por dos mujeres de excelsa voz. Una, identificada por Alan Lomax, era Joaquina Moro Lagar, nada menos que la tía de Rafael Moro Collar, in arte Falo Moro, el excelso compositor al que le debemos "Campanines de mi aldea" y los himnos del Real Sporting y del Real Oviedo, entre muchas otras canciones. Presumiblemente, la otra intérprete fuese la hermana de Joaquina, Covadonga, con la que regentaba un estanco muy conocido en la localidad: Les Generoses.

Retrato de Lomax. | Alan Lomax Collection at the American Folklife Center, Biblioteca del Congreso. Cortesía de Association for Cultural Equity / LNE

Alan Lomax abandonó Asturias, muy probablemente, al día siguiente. El 19 de noviembre estaba ya en La Coruña, adonde se dirigió por recomendación de Juan Uría Ríu. La amistad entre el insigne historiador asturiano y el folclorista norteamericano se mantendría más allá de este viaje. Uría, de hecho, tramitó con los cantantes los permisos para que Lomax pudiese distribuir sus grabaciones. El folclorista se lo había pedido, por carta remitida desde Londres, un año después. En la misiva, reproducida por Mazuela-Anguita, Lomax descubre lo que es la morriña: "Créame que aún me dura la nostalgia de España y guardo la esperanza de que pronto nos podamos volver a ver".

Compartir el artículo

stats