Antes lo decía yo, dentro y fuera de la empresa, unos me ignoraron, otros no me creyeron y la gran mayoría de mis compañeros junto a familia y amigos me apoyaron. Y por decirlo, me despidieron. Alas Aluminium ha sido desde sus inicios, paradójicamente, «un pozo sin fondo», la crónica de una muerte anunciada, un elogio a la mala praxis en la gestión empresarial. No hay palabras para describirlo, daría para escribir un libro con muchas más páginas que uno de Gabriel García Márquez. No se puede afrontar un proyecto de este calibre sin la clase y la preparación necesarias. No se puede dejar en manos de incompetentes y personas sin escrúpulos la vida de tanta gente. Se estima que los números negativos entre pérdidas y deudas rondan los 70 millones. Hasta queriendo es difícil conseguir esta situación en sólo 5 años. Casualmente se anuncia justo en este momento, en el que es probable que no estén obligados a devolver las ayudas.

En 2004, tras terminar la licenciatura en Administración y Dirección de Empresas y después de haber superado con éxito un curso de Técnico en Comercio Exterior, entre otras pruebas de selección, conseguí una beca en el Departamento de Internacionalización del IDEPA, de un año de duración, cuya segunda fase consistía en pasar otro año trabajando en una empresa interesada en la exportación de sus productos. Así fue como, a finales de 2005, llegué con la mayor ilusión del mundo a la «maravillosa y prometedora» Alas Aluminium, primero con el anterior Director General, del que conservo un buen recuerdo, y después, ya con contrato laboral, con el actual Director Comercial, de cuyo nombre no quiero acordarme. A sus órdenes, realicé todo tipo de labores administrativas y comerciales desde las cuales tuve acceso a una visión general de lo que se hacía en cada parte de la empresa. Comprobé que las cosas no iban bien, que todo era un poco surrealista. Para hacerse una idea, si en vez de en una fábrica de perfiles hubiésemos estado en un hospital nos habríamos cargado a todos los pacientes.

La descoordinación entre departamentos y secciones era brutal. El despotismo no ilustrado de algunos directores y jefes de sección, abrumador; la falta de respeto hacia sus subordinados, continua; y aún así, eran increíblemente apoyados por algunos empleados que haciéndolo conseguían privilegios extraordinarios.

Los visionarios que apostaron por este proyecto y por otros parecidos deberían haber estudiado la coyuntura internacional y darse cuenta que aquí no necesitamos empresas de este tipo, ya que los países emergentes del Este de Europea o de China fabrican estos bienes como churros a muy bajo coste. En un país como España, lo que se necesita es innovación, investigación y desarrollo dirigidos a la obtención de una alta calidad para competir en los mercados globalizados, y Alas podría haberse enfocado por ahí, se podría haber competido como digo antes, vía calidad en innovación, mecanizando y curvando los perfiles en la factoría de Ciaño para dirigirse a proyectos internacionales de envergadura y no solo hacer perfiles simples para montar ventanas.

Los millones recibidos de los fondos mineros se invirtieron en la construcción de inmuebles, en la compra de máquinas, es decir, en montar la infraestructura necesaria para comenzar la actividad que no es precisamente barata. A los promotores privados no les costó un duro, les cedieron el terreno y parte del capital suscrito es público. Una vez constituida la Sociedad Anónima empezaron a sangrarla, total la responsabilidad repercutirá en ella. ¿Cómo? Muy fácil, teniendo en cuenta que los socios nutren sus empresas particulares con los perfiles de Alas, es lógico pensar que los privilegios en precios y plazos han sido continuos, así como la creación de empresas de su propiedad, relacionadas tanto por delante como por detrás de la cadena empresarial, fabricación de «tocho» de aluminio o transporte por ejemplo, sueldos millonarios, lujosos coches de renting con revisiones, cambios de aceite, ruedas, gasoil y demás incluidos, tarjetas de crédito, blackberry´s, portátiles, comidas a la carta diarias..., todo a costa de la empresa, viajes internacionales de negocios con resultados ridículos, invitaciones a empresarios extranjeros con familia incluida a pasar unos días de lujo en Asturias, catering para inauguraciones... gastos, gastos y más gastos con cargo a una sociedad a la que no dejaron respirar, como si fuese una multinacional altamente rentable. El sistema informático ya era obsoleto cuando lo instalaron. Un día llegué incluso a contar un tráiler de perfiles a mano para que el albarán fuera correcto y los austriacos no se rieran más de nosotros, plantada en medio de la fábrica, entre puentes-grúa y carretillas sin la prevención de riesgos laborales aplicada y hasta las doce de la noche sin cobrar una hora extra. Todo funcionaba así.

Seguimos: la falta de una contabilidad de costes rigurosa, los precios marcados al azar, la desorganización de la fábrica, las decisiones para solucionar problemas que eran todo un despropósito..., camiones devueltos por lo desastroso de su contenido desde cualquier punto del mundo, en los que perdías el transporte (en algún caso facturado por alguien de la casa), la materia prima y la fabricación y, encima, no cobrabas la factura. Ventas de comerciales (sin preparación en la materia) sin criterio alguno para fijar precios y plazos, volviendo loca la planificación de la fábrica, ventas de las cuales, incluido el Director Comercial, independientemente de si se cubrían costes o no, cobraban su comisión. Luego, cuando todo acabe, se declara en quiebra la empresa y a casa con los bolsillos llenos. Estas son, entre otras muchas cosas, las que han llevado al abismo a Alas Aluminium.

Puede que rebatan mis palabras atacándome, pero no les tengo miedo y de nuevo incurrirán en falso testimonio. Tengo que reprimirme y no puedo decir todo lo que sé y siento porque viendo de parte de quién está la justicia, sólo me faltaba tener que pagarles por guapos, pero estoy segura de que con lo que escribo es suficiente para transmitirles lo que no cuento. Tras 4 años de interminables horas (una media de 12 diarias) de trabajo y esfuerzo para sacar adelante las cosas y sobrevivir en el «infierno», después de un largo periplo de anécdotas negativas, participación en asambleas para denunciar la mala gestión, seguidas de amenazas y coacciones que me provocaron ansiedad y estrés, y que me llevaron a una baja médica de un mes.

El 6 de octubre de 2009 me despidieron impunemente ante la cara sonriente de algunos empleados que firmaron como testigos, reconociéndome ellos mismos la improdecencia con la correspondiente indemnización, con el objetivo de no poder optar a la readmisión. Justo en ese momento, me pidieron el currículum para callarme, para «buscarme» otro trabajo, propuesta que por supuesto no acepté. Este despido y una nueva propuesta de ERE provocaron la primera huelga en Alas Aluminium.

En enero de 2010, me enteré por teléfono de que el juez había considerado que el despido no era nulo y que, por tanto, lo que me habían hecho era justo.

Gracias a todos los que estuvieron conmigo. Compañeros nos os acobardéis nunca, el tiempo pondrá a cada uno en su sitio, aquí estoy dispuesta a luchar por mi dignidad y la de todos vosotros.