Langreo, J. A. VEGA

Fotografías editadas en el New York Times, comics leídos en todo el planeta, diseño para empresas e instituciones nacionales y obras expuestas en los mejores museos son referentes necesarios para describir la situación actual del arte en el Valle del Nalón. Eduardo Urdangaray, Marcelino de la Fuente, Iván Jambrina, Alfonso Zapico, David Martínez y Rodrigo Martín hablaron en la Casa de Cultura de La Felguera sobre su producción artística, en un acto organizado por la asociación Cauce del Nalón, en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. La mesa redonda fue presentada por el historiador de arte Gabino Busto quien comentó que la obra de los seis artistas nacidos después del año 1960 no tiene nada que ver con la de los artistas de postguerra porque sus inquietudes son otras.

Busto se refirió al «cóctel magnético» que ofrece el Valle a los artistas, con una mezcla de vestigios industriales con naturaleza y fue comentando la obra de cada uno. Dijo que las fotografías de Urdangaray tienen un estilo «directo, vigoroso e impactante», presentó a Marcelino de la Fuente como uno de los mejores diseñadores gráficos y valoró su apuesta por la apertura de una galería de arte, habló de las imágenes «melancólicas, nocturnas y con técnica sofisticada» de la pintura de Iván Jambrina, mencionó la repercusión mundial de la «narrativa dibujada o arte secuencial» de Alfonso Zapico, describió a David Martínez como un «artista volcado en la experimentación» y comentó que la pintura de Rodrigo Martín «está centrada en el expresionismo abstracto».

Siguiendo un orden generacional, Eduardo Urdangaray fue el primer artista en intervenir. El fotógrafo habló de la dualidad que encuentran los artistas ante internet, ya que «ha democratizado el uso de la fotografía» abriendo puertas muy difíciles de tocar como una galería de arte de cualquier parte del mundo, pero señaló que también se devalúa en la medida que ahora se paga menos que hace veinte años. Urdangaray recomendó a los artistas más jóvenes que escojan las líneas y objetivos que quieren conseguir para orientar su futuro.

El diseñador gráfico Marcelino de la Fuente destacó que el arte y el diseño se mueven en mundos similares lo que hace que se entrelacen las disciplinas. Hizo mención al Espacio Think, «un espacio abierto que trabaja desde lo local sin perder de vista lo global» y que comparten varias empresas y profesionales movidos por interese comunes entre los que se encuentra la organización de varias exposiciones al año. Aconsejó a los artistas jóvenes que se olviden de subvenciones y que trabajen con sus propios medios.

Iván Jambrina, pintor y profesor de arte en centros de educación secundaria asturianos, indico que la docencia es lo que le sirve para dedicarse a la pintura. Pero esa dedicación profesional le deja poco tiempo para pintar, motivo por el que saca poca obra. A la hora de defender un estilo apuntó que «el mundo de arte fue evolucionando con el hombre y la técnica, así que cada se expresa como quiere».

Alfonso Zapico, ilustrador y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, dedicó su intervención a hablar del proceso artístico y comentó que ser ilustrador es algo que no se ve mucho. Por eso cuando trabajaba en su casa de Blimea «vivía en un especie de aislamiento». Esa incomunicación desapareció gracias a internet, cuando descubrió la existencia de la «Casa de los Autores» de Angoulème en Francia, un espacio lleno de talleres con el objetivo de que los artistas trabajen juntos. Zapico finalizó su intervención recordando que «lo que llega a la gente es el mensaje de la obra».

David Martínez, último premio ArtNalón por su obra centrada en el conflicto laboral de Menasa, indicó que «para trabajar en arte no hace falta dinero, pero sí para vivir». El artista multmedia aludió a las dificultades a las que se enfrenta un artista para sacara adelante un proyecto y defendió las ayudas a la producción. «Confío más en el trabajo que en el talento», fueron sus últimas palabras.

Rodrigo Martín hizo referencia a la relación de los espectadores con obra pictórica como la suya que escapa del bodegón. Cree que pueden llegar a captar el lenguaje sin ver nada representado, «solo hay que dejarse llevar». Por eso recomendó que todo público tiene que pararse 20 minutos frente a una obra porque lograrán ver más allá de lo que intentan ver. El pintor lanzó un consejo final «hay que confiar en que si haces lo que te gusta puedes llegar a buen puerto».