Oana Sambrian es una investigadora del Siglo de Oro enamorada de España que ha encontrado en Salas uno de su lugares de encuentro con colegas de profesión. Estudiosa de las relaciones entre Rumanía y España a lo largo de la historia, cree que hay muchos tópicos sobre el país rumano y sus habitantes que España deber desechar.
-¿Qué une a España con Rumanía?
-Nos unen más cosas de las que parece. Por ejemplo y si hablamos de la historicidad, en los ámbitos político y militar las colaboraciones empezaron en la época de Carlos V. También los viajeros han hecho un trabajo espectacular para difundir la imagen de ambos países. Los primeros españoles llegaron a Rumanía mucho antes que los rumanos a España. Los primeros rumanos que llegaron a España lo hicieron en el siglo XIX, con lo cual las primeras imágenes que tuvimos de este país nos llegaron a través de la literatura. Desde el siglo XVII se tradujo "El Quijote" y "La Celestina". Incluso hay adaptaciones de "La Celestina" al rumano, pero la primera traducción de un libro español al rumano fue al principios del siglo XVIII y se trata de un libro de Antonio de Guevara. A mí me sorprendió bastante que se tradujera al rumano en este periodo. Lo hizo un cronista historiador de Moldavia que estudió en Polonia, donde conoció el libro en latín. Suponemos que los príncipes de entonces gobernaron teniendo en cuenta las normas que especifica en su libro.
-¿Tenemos una idiosincrasia parecida entonces?
-Cuando nace un país es cuando aparecen estos libros, que le dicen al príncipe y al rey cómo tienen que comportarse...
-¿Cómo se puede apreciar hoy el vínculo entre España y Rumanía?
-España acoge a una comunidad de rumanos muy importante, a una de las colonias más numerosas de Europa. Sentimos afinidad cultural y social con España y Rumanía se colonizó con rumanos que provenían de las antigua España. Tal vez el vínculo se inició ahí. Aún así, creo que en España se conoce muy poco a Rumanía, por tópicos, por lo malo. Siempre dicen que lo malo es más fácil de creer que lo bueno... pues este es un ejemplo. En este sentido, yo invitaría a la gente a viajar. Hoy en día, con todos los medios que tenemos a nuestro alcance, no puede ser que se tenga una visión tan distorsionada de un país con el que existieron y existen vínculos.
-Visita Salas invitada por la Fundación Valdés-Salas. Una vez aquí, ¿qué opina del sistema educativo español?
-Tenemos tantas regulaciones a nivel europeo que no sé hasta qué punto se puede hablar de un sistema nacional. Pero creo que un sistema educativo debería responder a la realidad de un país, respetar sus diferencias. En este sentido, en Europa no se están haciendo las cosas bien. En cuento a investigación, los organismos que tenemos detrás no nos dan todo lo que necesitamos y nos piden mucho a cambio.
-¿Por qué debe investigar un país?
-Porque queda mucho por decir y descubrir. La investigación es un trabajo elitista y para unos pocos, pero precisamente por ello los que tienen la oportunidad de trabajar en este campo saben que es una profesión noble, importante para la sociedad. Por lo demás, toda investigación debe acompañarse de divulgación y esa es una tarea del investigador.
-¿Cómo motivaría a los estudiantes?
-Los alumnos, en general, se amoldan al profesor. A mí me apasiona el Siglo de Oro español y creo que he logrado transmitirlo a todos los alumnos que he tenido. Si no hay buenos profesores, se deforman caracteres. Entre alumno y profesor siempre se crea un vínculo especial que hay que saber aprovechar. Si le dices a un alumno que haga lo que haga será difícil trabajar, que tiene un futuro malo, que es muy difícil investigar... es probable que no le motives nada.
-¿Qué ha aprendido del Siglo de Oro español?
-A veces pensamos que aquellos eran seres de otro planeta o muy antiguos. No es verdad. Fue una sociedad culta y muy cercana a la nuestra. Eran humanistas y tenían un conocimiento global extraordinario y el conocimiento, como antaño, debería llevarnos a no cometer los mismos errores del pasado. Por eso es tan importante que los alumnos comprendan y tengan una dimensión global de la historia y de lo que fuimos.