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La bolera occidental

El rodao vuelve por Navidad a Lloza

María Antonia Pérez y José Fernández se imponen en el tradicional campeonato navideño de la minoritaria modalidad

Alberto Fernández con María Antonia Pérez, ganadora del torneo femenino. LUCAS BLANCO

Si bien hay deportes que durante las fiestas navideñas frenan su actividad, también hay otros que aprovechan estas celebraciones para vivir sus jornadas más importantes de la temporada. Es el caso del bolo rodao, que durante media docena de domingos de los meses de noviembre y de diciembre decide los campeones de una cita invernal que permite congregar en la bolera de Lloza a un buen número de jugadores y aficionados.

En esta ocasión, los ganadores fueron María Antonia Pérez y Alberto Fernández en categoría femenina y masculina, respectivamente, aunque una vez más los registros de la competición femenina superaron a los de la masculina. Una hecho que no hace más que confirmar que la especialidad es la más abierta de todas las que se juegan en la región y prima la maña sobre la fuerza en todas las facetas del juego.

El triunfo de María Antonia Pérez en categoría femenina no fue ni mucho menos sencillo. La veterana jugadora totalizó 105 tantos y aventajó en tan sólo dos bolos a sus más inmediatas perseguidoras. María Natalia Álvarez, otra de las fijas de los torneos de bolo rodao, hizo 103 bolos y se alzó con la segunda plaza al superar en el desempate a María Elba Fernández, que fue tercera con el mismo tanteo.

En la prueba masculina hubo más igualdad si cabe, pero los tanteos fueron ligeramente más discretos. José Fernández derribó 101 bolos en sus cinco mejores tiradas para acabar empatado con José Benigno García. En el desempate el triunfo cayó del lado del primero, mientras que Francisco Pérez García acabó con 100 tantos que le permitieron lograr el tercer puesto.

De todos modos, la prueba más entretenida para jugadores y público volvió a ser la de parejas. Debido a las características de la modalidad, hombres y mujeres pueden componer dúos sin cuotas de sexos. En esta ocasión los ganadores de la categoría fueron dos hombres, José Antonio Pérez y Francisco Pérez García, que hicieron 71 bolos y también tuvieron que recurrir al desempate para confirmar su triunfo. El subcampeonato fue para María Jesús Expósito y Raúl Blanco tras igualar los 71 tantos y completaron el cuadro de honor la incombustible María Pilar Fernández y de Rafael García Méndez.

Para el recuerdo queda como anécdota las modificaciones del formato de la competición que tuvieron que hacerse debido a la cita electoral del pasado 20 de diciembre. Varios de los participantes estaban llamados a formar parte bien como miembros o suplentes de las mesas electorales. Un motivo que llevó a los organizadores a celebrar una jornada doble la semana anterior y evitar así que la competición se viese alterada por este inesperado hecho. Buena excusa, al fin y al cabo, para celebrar una maratoniana jornada que dejó las diferentes categorías sentenciadas.

Otra de las notas positivas de la edición del torneo navideño de este año fue la participación por primera vez de jugadores de categorías inferiores. Concretamente fueron cuatro los menores de edad que se pasaron por la bolera del Club Lloza para tomar parte de una competición a medida que no tuvo el rango de oficial.

"A pesar de que no estaban federados les permitimos participar con el objetivo de que se vayan enganchando y sigan con la tradición", señala el secretario del club organizador, Rafael García, sobre una cita que, pese a su informalidad, premió los mejores tanteos con un trofeo facilitado para tal fin.

Una vez concluida la competición, todos los premiados posaron en una foto de grupo para el recuerdo y disfrutaron de un encuentro final de confraternización, dejando en evidencia la familiaridad, buen ambiente y carácter amistoso de un deporte ancestral que año tras año consigue sobrevivir a las cornadas del despoblamiento y a la amplia oferta de actividades de ocio que amenazan con quitarle su público de la zona rural. "Al final quedamos todos contentos y nos conjuramos para volver el año que viene por estas fechas, como el turrón", indica en tono de humor el propio directivo del club.

Los principales artífices de que el bolo rodao siga vivo hoy en día son los directivos del Club de Bolos Lloza, los cuales hacen posible que cada verano se celebre el campeonato de Asturias de la modalidad y por el invierno se mantenga la sana costumbre de ligar otra competición a las fechas festivas navideñas, aprovechando que muchos de los nativos que viven fueran del pueblo vuelven a su localidad natal durante esas fechas.

Cabe recordar que el bolo rodao es la modalidad más modesta de las que se mantienen a nivel competitivo en la región. La especialidad formalizó su ingreso en la Federación Asturiana de Bolos en el año 2004 y su actividad está monopolizada por el Club Lloza, un colectivo del que forman parte una treintena de personas y que tiene como sede la remodelada bolera de la localidad coañesa, que permite jugar bajo techo, favoreciendo la práctica bolística tanto en los meses de verano como en los de invierno.

El bolo rodao cuenta con más de un siglo de historia y tuvo su origen en algunas aldeas de la costa occidental, como Cartavio, Lloza, Medal, Miudeira y Valdepares. Durante mucho tiempo, esta modalidad compartió protagonismo con el pasabolo, ahora conocido como bolo celta, siendo muy habitual que los hombres jugasen al pasabolo y las mujeres y los niños al bolo rodao, pues la práctica de esta modalidad precisa menos fuerza. Algo que explicaría los resultados tan positivos que las féminas obtienen en las pruebas mixtas.

Su época dorada coincidió con la posguerra, si bien fue decayendo progresivamente hasta que en los años 70 quedase relegada su práctica a determinadas jornadas festivas. Concretamente, la bolada de San Salvadorín, clásica cita festiva del 7 de agosto, fue la última superviviente sobre la cual partieron las iniciativas la creación del Club Lloza y federar la especialidad.

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