Elena Montaña, mezzo-soprano, intérprete y profesora de canto, dirige desde 2011 y en compañía del catedrático de Música y director de coro Íñigo Guibert el Festival Internacional de Música de Piantón, una cita ya consolidada en el calendario estival de la comarca y que comienza mañana con la actuación del grupo "Consort Mirabile". Es hija del popular artista veigueño César Montaña y, aunque nació en Roma y reside en Alcalá de Henares, desde siempre ha estado ligada al municipio de Vegadeo, a donde regresa cada verano.
-Este año, el Ayuntamiento de Vegadeo ha asumido la organización de la cita y el Club de Música Avellaneda, que preside, se encarga de la dirección musical ¿Satisfecha?
-Muy contenta porque era la única posibilidad. Llegamos a nuestro tope, y el hecho de que la nueva corporación lo haya entendido y se haya comprometido con el proyecto es estupendo. Si no llega a ser por la intervención municipal, el Festival se habría terminado. Este crecimiento sólo se podía hacer con la ayuda que se nos está prestando.
-Este año se amplían los conciertos itinerantes a seis concejos del Occidente y la Mariña....
-Es lo que queríamos lograr desde el principio. Preparar un concierto da mucho trabajo y venirte, por poner un ejemplo, desde Holanda para un concierto no es lo mismo que hacerlo para una gira. Antes, la organización se dedicaba a dar a conocer el Festival entre los grupos, pero por primera vez son los músicos los que nos piden venir y, de hecho, ya tengo cuatro grupos muy buenos en lista de espera.
-¿Crecer demasiado puede suponer la pérdida de la esencia del Festival?
-Hemos dado un salto cuantitativo y hay que afianzarse. Quince conciertos en una semana no está nada mal, pero debemos intentar no morir de éxito y que no se nos vaya de las manos el control musical. Pero estoy contenta porque tengo la sensación de haber llegado a lo que queríamos, ahora hay que mantenerlo para que no pierda su espíritu.
-¿Cómo es la relación con los vecinos de Piantón?
-Los piantoneses son una comunidad muy singular y han hecho suyo el Festival, hasta el punto de que ofrecen sus casas para alojar a los músicos, y eso no pasa en cualquier sitio. Han entendido perfectamente la filosofía del Festival y eso hace que los músicos se vayan encantados. Normalmente tú vas a un festival, tocas y te vas, pero aquí puedes disfrutar de la música de una manera más humana, pues estás acogido con cariño. Es un sitio para pasarlo bien haciendo música.
-Se ha logrado, además, suscitar el interés por un tipo de música que a priori no llega a todos los públicos, ¿no?
-Hace seis años era desconocido y ahora la gente ha adquirido criterio. Ha sido como regar una planta. Esto demuestra que cuando se conocen las cosas es cuando se valoran. Hemos conseguido que la gente se acerque y eso es cultura. ¿Por qué solo tiene que haber gaita en Asturias? No, hay otro tipo de música.
-¿Por qué decidieron apostar por un Festival en Piantón?
-Mi sueño era tener una casa en Piantón, que me encanta. Cuando lo conseguí, empezamos a pensar en ello, y después llegaron nuestros amigos, los Bonanomi, y nos decían que era un lugar ideal. Es una idea que habíamos acariciado de siempre y surgió de la manera más casual, por diversión. La gente se dejó llevar y acabó el primer festival y ya te pedían continuar.
-¿Qué tiene que envidiar a otros festivales urbanos?
-Este planteamiento de festival vacacional es muy envidiable. Es un plan que en una ciudad no puedes hacer. Los extranjeros valoran mucho venir a un sitio en contacto con la naturaleza.
-¿Qué le pide al futuro?
-Conseguir que se organice de manera que nuestra función sea estrictamente la dirección técnico musical. Estamos en el momento del traspaso y habría que llegar a eso. El Festival en algún momento se debe hacer adulto y desvincularse del Club Avellaneda.
