El acusado de inmovilizar, golpear y robar al propietario de un bar-tienda en El Espín (Coaña) en noviembre de 2013 dijo ayer en sede judicial que no sabía nada de lo sucedido aquella noche. "Lo que sé es cuándo se me detiene", señaló el acusado. La Fiscalía, que en un principio llegó a pedir ocho años de prisión por un delito de robo con violencia y lesiones, declaró que la Guardia Civil "monta una historia con la prueba genética" y esa cuestión le valió para poner todo el caso en manos de la jueza del juzgado de lo Penal número 1 de Avilés, Olga Vara, para tomar una decisión: "Hay una prueba genética, según la Guardia Civil, cuya cadena de custodia la valorará su señoría si es suficiente para dar lugar a una condena o a una absolución". El abogado de la defensa, Carlos Villar, indicó en su alegato final que la exmujer del acusado, que fue quien le delató ante la Guardia Civil y se acogió a su derecho a no declarar como testigo, pudo actuar por resentimiento en vez de "buscar la verdad y la justicia, que es la labor de los juristas". Insistió también en que las dudas sobre el proceso, principalmente a cuenta de las pruebas de ADN, refuerzan su petición de absolución para su cliente.

Los problemas del sistema de videoconferencias del Juzgado avilesino se hicieron palpables en las dos conexiones realizadas, una para escuchar a la víctima y otra, a un testigo. La víctima, que declaró desde Luarca, apuntó: "Me pegaron y me rompieron unas costillas para después ponerme cinta en la boca, los pies y las manos". La Guardia Civil le encontró amordazado y con un cuchillo en las manos, aunque no explicó los motivos por los que portaba el arma, presumiblemente para retirarse la cinta americana. Según el propietario del bar tienda, los agentes le quitaron la cinta de la boca con un cuchillo y no recuerda si lo hicieron con guantes, tras preguntas del abogado defensor.

Los agentes tomaron las huellas en el bar-tienda tras apreciar un local "ensagrentado" y ver a la víctima aturdida. El debate sobre las pruebas de ADN centró buena parte de la sesión. Supuestamente, esa prueba practicada al acusado no tenía relación con el suceso en cuestión y presuntamente se analizó teniendo en cuenta las muestras de la cinta utilizada para reducir a la víctima. El acusado es el único investigado en el suceso teniendo en cuenta que fueron supuestamente dos personas las que se abalanzaron, golpearon y amordazaron a la víctima con intención de robarle en la noche del 21 de noviembre de 2013. Así, el caso queda visto para sentencia tras un juicio en el que hubo críticas al sistema de videoconferencias. "Parece una comedia de los 'Monty Python' más un juicio penal", señaló el fiscal.