La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sancionan a una productora de huevos disléxica por escribir mal los albaranes

"Todo son trabas; es muy difícil tener un negocio en el pueblo", se queja la boalesa Noelia García, privada del sello ecológico durante tres meses

Noelia García, ayer, en su granja de gallinas, en Boal. A. M. SERRANO

La boalesa Noelia García regenta una empresa de producción ecológica de huevos, tiene dislexia y, estos días, tiene además una sanción administrativa de la que lamentarse y preocuparse. Hace unas semanas cometió errores en albaranes hechos a mano. Tres consecutivos. "Me confundí al escribir, por ejemplo, un lote en unas docenas de huevos", explica.

Ese fue el motivo por el que el organismo que controla la producción ecológica en Asturias, el Copae, castigó a la firma de producción y distribución de huevos de Boal, que fue en su día pionera en esta actividad. "La sanción es la retirada del sello durante tres meses, de la envasadora, no de la producción". Es decir, puede seguir distribuyendo los huevos ecológicos, pero no envasar con el sello que certifica la producción ecológica, lo que genera un daño a la empresa difícil de calcular.

Noelia García asegura que este es un ejemplo de las muchas trabas que obstaculizan la creación y crecimiento de los negocios que son típicos de una zona rural.

Su empresa sigue produciendo y vendiendo materia prima ecológica, pero las venta pueden resentirse por la mala publicidad que lleva aparejada esta anomalía en los paquetes de venta. "A la hora de envasar, no podemos poner el sello ecológico porque el error corresponde al proceso de distribución", insiste. "Es cierto que me confundo con los números y las letras por la dislexia, pero también es cierto que tengo mucho estrés y que creo que un número se le puede pasar a cualquiera", explica.

Noelia García advierte además de que vivir en la zona rural es un sueño al alcance de pocos porque "todo son presiones y problemas". "Me encargo de múltiples trabajos, de ventas, de distribución, de pedidos, de administración y financiación, de contabilidad, de trabajos de campo en la granja, de limpieza, de decoración, de la organización de todo, del envasado... soy mamá y estudio la forma de sobrevivir y hacer que sea posible y rentable una familia en un pueblo con un modelo de granja que no es industrial, sino respetuosa con el medio, los animales y las personas", indica.

Hacerse cargo de la contabilidad y la gestión de la firma fue en su día fundamental para que las cuentas del negocio cuadraran a final de mes. Así, evitaban un nuevo contrato con una asesoría y, por tanto, un gasto que añadir al año. Decidieron hacer todo a mano y registrar, también a mano como antaño, los pedidos. Eso sí, desde el inicio aplicaron un criterio a raja tabla: transparencia y producto natural cien por cien.

"Ahora estoy estudiando un programa informático para digitalizar todo y que no vuelva a darse este error", explica la boalesa. Su empresa seguirá adelante por la tenacidad de su impulsora y su marido, quienes fundaron una sociedad para poder vivir en el pueblo con costumbres típicas de otra época. Ambos cuidan cada día a 1.100 gallinas y hacen todo lo posible por mantener un negocio con las cuentas sanas y perjudicar lo menos posible al medio ambiente. Noelia García reflexiona estos días sobre el mundo que espera a los pueblos si no se puede ni cambiar un número, y no es optimista: "Si tienes que estar pendiente de tanto trabajo, tantas cosas, sin apena servicios ni ayudas, nada funcionará".

Compartir el artículo

stats