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ANA ROSA LINDE | Natural de Allande, investiga en la Fundación Getulio Vargas (Brasil)

"En Occidente existía una falsa impresión de que estábamos a salvo de epidemias"

"Este virus es una caja de sorpresas" l "Lo más efectivo es el confinamiento; se usan las mismas medidas que en pandemias de hace cien años"

Ana Rosa Linde, en Río de Janeiro. REPRODUCCIÓN DE D. Á.

La científica asturiana Ana Rosa Linde (Riovena, Allande, 1963), investigadora en el campo de la salud pública, ambiental y global, está inmersa en un proyecto de análisis de la pandemia provocada por el coronavirus. Desde Brasil, donde actualmente trabaja en la Fundación Getulio Vargas, colabora con un grupo de científicos repartidos por todo el mundo para estudiar esta crisis, centrándose en aspectos como la gestión que se ha realizado, la comunicación, las iniciativas de la sociedad civil o las medidas de control. "Hay que entender cómo y por qué pasan las cosas para poder mejorar futuras intervenciones", asegura a LA NUEVA ESPAÑA. De esta idea surge el proyecto de investigación que ella misma asegura que fue "espontáneo".

-¿Cómo analiza que el coronavirus haya llegado a ser una pandemia?

-Es una situación bien compleja que nos ha cogido a todos por sorpresa y esta es una parte de lo que estamos analizando en el proyecto de investigación. Por un lado, vemos que desde China la información no fue transparente, clara y suficiente. No se manejaron datos fiables y rigurosos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también reaccionó de manera lenta a la hora de alertar al mundo de la magnitud del peligro. Por otro lado, creo que existía una falsa impresión por parte de las sociedades occidentales de que estábamos protegidos, a salvo de este tipo de epidemias, que nuestras instituciones nos amparaban y que el estado del bienestar nos iba a resguardar de un evento como este, y se han puesto de manifiesto nuestras deficiencias y carencias.

-¿Por qué no se detectó su alcance epidemiológico cuando saltaron las alarmas en China?

-Como ya dije, en un primer momento, hubo falta de transparencia por parte de China en sus datos y desconfianza de la comunidad científica e internacional hacia ellos, aunque China sí puso desde el principio a disposición de toda la comunidad científica internacional el virus para estudiarlo. La OMS también fue lenta en su reacción. Pero además, con las nuevas epidemias, siempre lleva un tiempo ver el alcance y la magnitud de sus efectos epidemiológicos. Es muy importante tener en cuenta que cuando pasa un virus como éste a los humanos se desconoce su comportamiento, la capacidad de transmisión, los efectos en la salud, etc. Todo esto se va descubriendo sobre la marcha. Ahora sabemos que tiene una característica muy grave y única: su alta transmisibilidad y, sobre todo, a través de personas asintomáticas. También se vio que afecta al sistema respiratorio, exigiendo el uso de respiradores, lo que dificulta el tratamiento. En este sentido, al estar relacionado estructuralmente con otros virus de la gripe se tendió a pensar que sus efectos serían similares.

-¿Por qué cree que está afectando tanto a países como Italia y España, donde ya se supera en número de fallecidos a China?

-Es un análisis muy complejo. Por un lado, vemos una gestión pésima de la crisis, especialmente en España, donde no se tomaron las medidas a tiempo para evitar esta debacle y se ignoraron las alertas de los expertos y agencias internacionales. Además partíamos de unas estructuras sanitarias diezmadas por los recortes efectuados después de la crisis económica y de un gobierno débil, sometido a agendas e intereses políticos para poder gobernar. Hay que añadir que hubo descoordinación en la gestión, lo que se evidenció a la hora de conseguir el material médico necesario. Asimismo, no se realizó un test masivo a la población como en Corea para aislar a los infectados, lo que parece que es una de las mejores estrategias. A todo ello deben sumarse características propias de ambos países, como que tienen una gran cantidad de población anciana y los abuelos, en muchos casos, cuidan de los nietos e incluso comparten residencia. Por otro lado, la comunidad médica está informando de que en los pacientes de estos países se está produciendo una respuesta inmunológica mucho más exacerbada y aguda que en los contagiados de otros países. Indican que hay unas características epigenéticas diferenciadas para estas poblaciones, que les hace más vulnerables al virus. En resumen, una combinación de mala gestión, tardanza en las medidas tomadas, gran cantidad de población anciana con gran interacción con la sociedad y unas características poblacionales epigenéticas que les confiere vulnerabilidad al virus.

-¿Cuáles están siendo las medidas más efectivas?

-Lo más efectivo es el confinamiento y un rastreo específico de todos los portadores del virus, con una vigilancia intensiva de ellos. Además de las medidas de protección e higiene. Es interesante ver que al final estamos usando las mismas medidas que se pusieron en marcha en otras pandemias que ocurrieron hace más de 100 años.

-¿Cómo puede evolucionar?

-No se sabe mucho sobre eso y este virus es una caja de sorpresas. El pensamiento general es que se acabará comportando como una gripe estacional, que vendrá cada año. El mejor escenario que podemos tener es una población que ya esté inmunizada y una vacuna disponible. No es algo imposible. Vamos a ser un poco positivos y confiar en la ciencia.

-¿Cuándo podría llegar una vacuna o tratamiento?

-Soy optimista. Lo bueno es que no estamos hablando de una enfermedad olvidada, afecta a los países ricos también y van a investigar sin parar. De hecho, ya se está trabajando activamente tanto en la vacuna, como en el posible tratamiento.

-¿Cómo es la situación en Brasil?

-Es compleja. Brasil tiene graves problemas de salud pública ahora con un brote de sarampión y una alerta por epidemia de dengue, con más de 90.000 casos en lo que va de año. Además, gran parte de la población vive en condiciones precarias y la cobertura sanitaria y los medios sanitarios son limitados. No obstante, Brasil ha pasado recientemente por epidemias como el zika, y la respuesta ha sido ejemplar. Así que hay cierta esperanza de que se pueda responder con relativa eficiencia. Hasta ahora se han aplicado medidas de aislamiento y se están cumpliendo. Además es un país joven, por lo que el efecto de la pandemia pueda ser menor que en España.

-¿Qué efectos puede tener en comunidades que se enfrentan a las enfermedades olvidadas?

-Me llama mucho la atención el pánico que ha creado el coronavirus, por ejemplo, en Brasil, cuando se enfrentan en su cotidianidad a peligros bien graves tanto de epidemias como de inseguridad ciudadana. Sin embargo, no causan ni este pánico ni generan protestas. Lo que pone de manifiesto la facilidad de manipulación ante la información que recibimos.

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