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Navelgas toca madera contra el dolor

A sus 82 años, Samuel Abad regresa a Tineo para seguir tratando dolencias de forma altruista con un aparato de su invención

Samuel Abad, con su invento, en su consulta de Navelgas. D. Álvarez

A sus 82 años, el vecino de Navelgas Samuel Abad no tiene ninguna intención de abandonar su profesión de quiromasajista. Hace poco más de un mes que ha vuelto al pueblo tinetense después de estar viviendo en Alicante durante varios años y ya ha puesto en marcha su consulta en la que atiende de forma altruista a pacientes con problemas de cervicales, ciática, esguinces, sobrecargas musculares, migrañas, tendinitis y codo de tenista, entre otros.

Él no es el único protagonista de su consultorio. Desde hace 10 años le acompaña un aparato de madera que ha inventado él mismo y al que ha bautizado con el nombre de “epicociatic”. La Oficina Española de Patentes le dio el certificado de modelo de utilidad en 2010 y este año acaba de renovar el certificado, haciendo una modificación en la base del instrumento para hacerlo más cómodo para los pacientes.

Desde que creó el epicociatic, el aparato se ha convertido en un importante aliado para poder seguir aplicando sus tratamientos y hacerlo con menos esfuerzo físico por su parte. Con sus dedos busca el origen del dolor y con su invento aplica la presión necesaria en el punto correcto para conseguir aliviar al paciente. “Con un par de sesiones de un minuto es suficiente, la presión produce un dolor intenso pero es muy breve”, explica el quiromasajista.

Abad comenzó a desarrollar la profesión de quiromasajista a mediados de la década de los noventa. Hasta entonces era deportista, corrió en 28 maratones, y buscaba poder conocer más sobre las pequeñas lesiones que le molestaban y aprender a tratárselas. Inició así su interés por la profesión, para la que descubrió que tenía una gran destreza. “Dios me ha dado un don y quiero ser consecuente con ello”, reconoce. Por eso, a pesar de que ya tiene 82 años no se plantea dejar de trabajar aunque sea de forma altruista. “Mientras Dios me dé salud y fuerza para tratar a la gente, lo haré. Con mis técnicas beneficio a las personas y también a la sanidad pública, ya que le estoy ahorrando mucho dinero en tratamientos”, asegura.

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