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Cepas afectadas por la helada en el viñedo de Las Barzaniellas. | D. Á.Demelsa Álvarez

Las heladonas mermarán, como poco, un 30% la producción de vino de Cangas

El intenso frío de varias noches de abril afectó, en mayor o menor medida, a todas las parcelas de la denominación, algunas con brotes

Las intensas heladas de varias noches que dejó el mes de abril han llevado la incertidumbre a viticultores y bodegueros del Suroccidente, que ven cómo la campaña comienza con mal pie. Es pronto para saber cuáles serán los efectos que tendrán las bajas temperaturas en la producción de la próxima vendimia por Cangas del Narcea e Ibias, pero se calcula que pueden darse unas pérdidas del 30% como mínimo, aunque dependiendo de las parcelas podría llegar a ser de hasta un 90%.

José María Martínez, en su viñedo de Las Barzaniellas. | Demelsa Álvarez

Los días 12, 16 y 17 de abril fueron los que se registraron heladonas, llegando a bajar los termómetros a los 0 grados. Una temperatura muy dañina para unas cepas que estaban recién brotadas. “Las heladas llevan afectándonos varios años y vemos que las cepas se resienten de los 3 grados para abajo, cuando hablamos de 1 o 0 grados, los daños son evidentes”, reconoce el viticultor y presidente de la Denominación de Origen Protegida Vino de Cangas, José María Martínez.

Asegura que todas las parcelas de la DOP, tanto en Cangas del Narcea como en Ibias, han sufrido las heladas, sin embargo, la incidencia de los daños no son iguales, incluso dentro de las mismas fincas se ven zonas afectadas y otras sanas. Ante esta situación lo único que pueden hacer los viticultores es esperar y confiar en que el tiempo les acompañe, porque la única solución para que las plantas se recuperen es esa. Por suerte, desde las heladas así ha sido, pues vinieron días de lluvia y temperaturas suaves que, según Martínez, “han servido para rehidratar la planta y rehabilitarla, vemos que los viñedos están verdes y las plantas se ven recuperadas”.

El efecto de las heladas puede ser perjudicial para las plantas porque hace que el agua que tienen en su interior se congele, rompiendo los tejidos. Depende de la fuerza con la que se dé ese proceso, puede hacer que partes de las planta se mueran, afectando solo a la hojas o también a los pequeños racimos que, en este caso, ya habían salido cuando les sorprendió el intenso frío de abril. Todo puede empeorar en función de las condiciones climáticas anteriores o posteriores a la helada. “Si coge las viñas mojadas, los daños pueden ser mayores, y si el sol sale con fuerza tras la helada, también puede empeorarlo; desgraciadamente después de unos días de lluvia, despejó y la helada nos pilló los viñedos mojados”, expone.

Brotes

Además, se suma que la brotación de las cepas se produjo antes de lo que se considera normal, al tener un final de invierno suave, por lo que la helada afectó tanto a las hojas como al fruto recién nacido.

Para prevenir las consecuencias de las heladas en otros lugares de España y en Francia es habitual que se hagan fuegos por las noches en los viñedos, una forma de combatir el frío de la parcela y a la vez de generar un humo que actúa como si hubiera niebla y protege a la planta. Otra fórmula de protección es instalar el riego por aspersión, haciendo que el agua congelada haga un efecto iglú sobre la planta. “Pero cualquiera de estas formas de prevención requiere inversión y tenemos que ver la viabilidad que tendría aquí”, señala Martínez.

La preocupación de los viticultores solo acaba de empezar ya que hasta que la producción entre en bodega son muchos los fenómenos meteorológicos que pueden dar al traste con el trabajo de todo el año

Después de que el daño está hecho, toca esperar para ir viendo la evolución de las plantas y si el tiempo las acompaña. Mientras tanto, los trabajos de cuidado del viñedo deben continuar y con más intensidad si cabe. “La viña tiene los mismo laboreos con sus costes e incluso más, porque tendremos que hacer una selección de los brotes afectados y ciertas prácticas de limpieza motivados por las heladas”, describe el viticultor.

Las heladas son solo uno de los peligros que acechan al viñedo. La preocupación de los viticultores solo acaba de empezar ya que hasta que la producción entre en bodega son muchos los fenómenos meteorológicos que pueden dar al traste con el trabajo de todo el año. “Ahora tenemos que estar pendientes de las lluvias en plena floración, de las enfermedades y con la cosecha ya a punto de recogerse tenemos el peligro de los calores de agosto y septiembre, que pueden traer tormentas o granizadas, la incertidumbre llega hasta que la uva se va de la finca y viene desde antes del inicio de la campaña”, concluye José María Martínez.

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