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El Museo del Calamar genera dudas en Luarca

El sector turístico aplaude la reapertura, prevista para el 15 de julio, pero la oposición municipal critica su ubicación y estética

La futura sede del Museo del Calamar Gigante. | A. M. S.

El Museo del Calamar Gigante, por el que Luarca espera desde el año 2014, reabrirá en su nueva ubicación el 15 de julio y es “bienvenido y necesario” para las dos asociaciones de turismo de Valdés. El presidente del colectivo que reúne a los negocios de la zona rural (Avatur), Luis Suárez, asegura que los visitantes “llegan buscando opciones” y entiende que, con un clima como el asturiano, con posibilidad de lluvia en periodo estival, “estos recursos son necesarios”. Suárez añade que los turistas no preguntan desde hace años por el Museo del Calamar Gigante, “pero sí demandan información sobre las actividades y las opciones de la zona”. “A lo mejor, no es el museo soñado, pero por lo menos se recupera lo que quedaba”, entiende Suárez, quien respalda el precio de la entrada general, de tres euros, por ser “popular y asequible”.

El presidente de la asociación de turismo Luarca-Valdés, Evelio Sánchez, opina que “todo lo que llegue es bueno”. “Se esperaba y es un referente, como lo es el Parque de la Vida y, ahora, los jardines Fonte Baxa”, destaca. Sánchez concreta que desde la asociación de turismo “no podemos medir el gasto municipal de abrir un nuevo museo, pero sí debemos decir que desde el punto de vista turístico es importante tener algo distinto”. El presidente del colectivo añade que muchas veces visitan el concejo familias con interés por los museos “y ahora tendremos más oferta y algo muy diferente”.

Recursos

Sánchez solo echa de menos mejor comunicación con la oficina de turismo para que ofrezca todos los recursos disponibles del concejo. “Los visitantes deberían encontrarse con toda la variedad que hay”, detalla.

En el plano político, el portavoz de Ciudadanos (Cs), Daniel Álvarez, discrepa con la ubicación. “Debería estar en el puerto”, dice. “Eso sí, vemos que será una actividad más para los visitantes, aunque creemos que el Gobierno municipal debería pelear para que el Principado hiciera algún esfuerzo, como hace en otros concejos”, señala el edil liberal. Por su parte, la portavoz de Avanza Valdés, Isabel Guardado, sostiene que es “una reclamación atendida a los valdesanos y un reclamo turístico muy potente”. “Ahora, solo falta que quiten las ruinas del que se llevó el mar, que llevan embelleciendo el muelle nuevo desde 2014”, añade. Por su lado, la concejala no adscrita Andrea Nogueira no está de acuerdo con el diseño exterior del nuevo museo y tampoco cree oportuna la ubicación. “Si a un par de kilómetros de Luarca tenemos el Parque de la Vida, que alberga la mayor colección de cefalópodos del mundo, deberíamos haber pensado mejor si merecía la pena gastar tantos recursos en ese museo, recursos que podían ser utilizados en otras zonas del concejo con gran potencial turístico”, indica la concejala valdesana.

Uno de los ejemplares de la colección.

El también edil no adscrito José Luis Rodríguez se une a quienes consideran la ubicación desacertada. “Personalmente, tampoco me gusta la estética exterior, que es manifiestamente mejorable”, advierte. “El desmesurado precio del alquiler del local que todos los valdesanos vamos a pagar, así como la extensa duración del contrato y la ingente cantidad de dinero empleado en su reforma y habilitación, sólo pudieron ser firmados por un equipo negociador inexperto o derrochador”, afirma Rodríguez.

El PP ya manifestó en días anteriores su contrariedad por la imagen elegida como reclamo en la fachada.

El Museo del Calamar Gigante se encontraba en el Muelle Nuevo, pero una fuerte marejada, en febrero de 2014, dejó el edificio con importantes daños. Desde entonces, los sucesivos gobiernos locales y regionales trabajaron en diferentes alternativas, pero ninguna vio la luz hasta ahora. El actual ejecutivo municipal alquiló la antigua discoteca de Luarca por 22.000 euros al año y asumió la reparación del interior y la museística casi en solitario. El coste de la obra civil rondó los 120.000 euros. La museística anduvo por los 140.000 euros. El Principado aportó 50.000 euros a la iniciativa.

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