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En memoria de Eloy Gutiérrez Álvarez

Suele decirse –y por lo general parece ser cierto– que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano. Afortunadamente ese no es mi caso, porque al menos quiero creer que son las dos. E incluso alguna más. Pero hoy 4 de agosto es un día triste, doloroso, porque me ha sido amputado un dedo de una de las manos; concretamente el llamado “corazón”. Y vaya si duele. Tanto, que me cuesta redactar estas líneas. Porque se ha ido un grandísimo amigo tras una dura lucha con esa maldita enfermedad llamada cáncer. Me refiero a Eloy Gutiérrez Álvarez (15.10.1941), natural de la cudillerense parroquia de Oviñana y vecino desde hace más de 50 años de Muros de Nalón, concejo del que es su esposa, Marisol Naves, donde nacieron sus dos hijos y en el que él tenía parte de su gran corazón, porque como decía el maestro Manuel Alcántara en Cudillero allá por 1986, “se es de donde se nace y se es de donde se vive. Acaso se es también de donde se muere”. En este caso, seguro.

Eloy… No sé qué decir, qué escribir, porque lo hago a bote pronto. De corazón a corazón…

Deportista nato, fue jugador del Real Sporting de Gijón, del Sabadell, de la U. D. San Esteban, también del C. D. Cudillero… Y creo que el primer asturiano en formar parte de la Selección Juvenil Española, de fútbol, por supuesto. Luego fue panadero en Muros, relojero en Cudillero y también socio-fundador y directivo de la Asociación “Amigos de Cudillero”. Pero el reloj se paró.

Eloy Gutiérrez, primero por la izquierda, junto a sus compañeros de la directiva de "Amigos de Cudillero"

¡Vienen a mi mente tantas aventuras y avatares! Los viajes con nuestras respectivas esposas, fundamentalmente a Sanxenxo y a La Coruña (¿verdad, José Manuel?), desde hace muchos años; los organizados por nuestra asociación recorriendo España, la celebración de sus bodas de oro matrimoniales, acto en el que tuve el honor de ser cómplice, dedicándoos a Marisol y a ti un modesto, cariñoso y especial sermón de “L’Amuravela”. Te estoy –te estamos– echando mucho de menos, querido amigo. Por supuesto, he de tener un cariñoso recuerdo para tu esposa Marisol, para tus dos hijos y para tus nietos.

Un día de estos me escaparé hasta el Cabo Vidio para, desde allí, lanzar al aire y a la mar un manojo de flores regadas con unas lágrimas. Y así, cada vez que me acerque ese mágico lugar, allá, en el horizonte, pueda ver tu imagen campechana, sana, sonriente y amable.

Estoy seguro de que San Roque y San Antonio, patronos de Oviñana y de Muros de Nalón, te han abierto –con la venia de San Pedro– la puerta del Cielo, y que te han recibido tus padres, tus suegros y demás familiares y tanta buena gente que conociste y que gozan, como tú desde ahora, de la Vida Eterna.

Un abrazo muy fuerte, Eloy, querido amigo. Ya nos veremos. Pero no te me aceleres, que no hay prisa. Si te parece, vamos a dejar primero que Grana, el de “Casa Zoilo”, y mi hermano Agustín dejen de simpatizar con el Barcelona y se hagan socios del Real Madrid. Y Alfonso, el del “Azpiazu”, lo contrario. Luego, hablamos. Descansa en paz.

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