España es tierra de contrastes, del verde del norte y del sol del sur. Sus infinitos encantos hacen que sea uno de los países más turísticos del mundo, uno de los más visitados. Y eso también es gracias a las maravillas extraordinarias que acoge. Aquí seleccionamos algunas con un atractivo particular que incluso parecen propias de otro planeta.
Bufones de Pría, en Asturias
En la localidad asturiana de Llanes se puede observar uno de los fenómenos más curiosos de la naturales: los Bufones de Pría. Este espectáculo se produce cuando las olas chocan contra los acantilados y se genera una reacción dentro de las rocas que acaba con la expulsión del aire comprimido en las galerías por unas aberturas que se encuentran en la superficie. En los días en los que el Cantábrico está bravo es aún más sobrecogedor.
Gruta de las Maravillas, en Huelva
La Gruta de las Maravillas es la joya de la Sierra de Aracena, en la provincia de Huelva. Es una extensa cavidad, oculta durante milenios (sus primeras referencias datan de 1850 pero no se abrió al público hasta 1914) y con una belleza que abruma. Sus más de 2.200 metros de galerías dan buena prueba de ello. En ellos el visitante se topa con numerosos espeleotemas, entre ellos aragonitos, excéntricas azules y conos de calcita flotante.
Las Médulas, en León.
Camaleónicas según la época del año, el de las Médulas es el paraje más singular del Bierzo leonés. Este paisaje natural es una antigua mina de oro que data del Imperio Romano y que mantuvo su actividad durante unos 200 años. Para realizar la visita completa se puede seguir la ruta circular (que se puede hacer a pie o en bici) o bien por cuenta propia o por medio de una de las visitas guiadas que se organizan en la zona.
La montaña de la Sal, en Cardona (Barcelona)
La montaña de la Sal de Cardona es un ecosistema vivo que varía año tras año en sus 1800 metros de longitud y 600 de anchura. En total, ocupa una superficie de 100 hectáreas. Tiene el calificativo de parque cultural desde 2003 y en él aún se conserva intacta la maquinaria que se utilizaba para la extracción minera del pozo. Pese a su aspecto de maravilla natural, lo que cierto es que es una de las joyas del patrimonio industrial de España. Para la visita completa se puede contratar el recorrido guiado en el que los turistas descienden hasta 86 metros de profundidad.
La Rambla Barrachina, en Teruel
Para ver paisajes propios de las películas de vaqueros no hace falta irse al desierto de Texas. En Teruel solo faltan los indios oteando el horizonte sobre los picos de la Rambla de Barrachina, de un impresionante color rojizo y de una magnitud que sobrecoge al visitante. Su origen se remonta a las largas épocas de sequía que poco a poco fueron creando grietas y socavones por el que ahora pasa el ganado. La mejor parte es que es uno de los grandes desconocidos de Aragón, por lo que es raro verlo lleno de turistas y se puede disfrutar con tranquilidad e, incluso, intimidad.
El Timanfaya, en Lanzarote
El Parque Nacional del Timanfaya es conocido por la práctica totalidad de los españoles y su reputación es más que merecida. Su belleza reside en la mezcla de imponentes volcanes, la ausencia casi total de vegetación y la abrupta costa que choca con el Atlántico. Las Montañas del Fuego, son imperdibles. Para visitarlo bien sirve un calzado cómodo que permita explorar hasta el último detalle, pero no es la única opción. Los más aventureros pueden optar por una ruta en camello para vivir la experiencia completa.
En la localidad asturiana de Llanes se puede observar uno de los fenómenos más curiosos de la naturales: los Bufones de Pría. Este espectáculo se produce cuando las olas chocan contra los acantilados y se genera una reacción dentro de las rocas que acaba con la expulsión del aire comprimido en las galerías por unas aberturas que se encuentran en la superficie. En los días en los que el Cantábrico está bravo es aún más sobrecogedor.