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De clanes, zulos y premios

Carta abierta a Pepe el Ferreiro

Las cosas que nos pasan, compañero! ¿Por qué será que no me sorprendió lo más mínimo lo que acaba de publicarse sobre los materiales enterrados en ese extraño zulo de la Campa Torres? ¿Por qué será que tampoco me causó extrañeza que, coincidiendo en el tiempo con tan bochornosa información, este periódico diese noticia del premio «Profesor Alonso Olea» que tan merecidamente te has ganado?

De la Campa Torres a Grandas de Salime, el currículum de tu sucesor parece ampliarse cada vez más, y no precisamente del lado del lustre.

Dando por sentada la obviedad de que habrá que esperar a que se sepa con más detalle lo sucedido, la verdad es que el asunto se las trae.

Y, de momento, las personas más autorizadas en materia arqueológica a las que entrevista LA NUEVA ESPAÑA se manifiestan con la claridad y contundencia que era de esperar. ¿Con qué argumentos pueden defender ahora la idoneidad del señor Cuesta para el puesto que ocupa (confieso que no puedo poner la «k» ni siquiera en este caso)?

Hasta los más desmemoriados pueden recordar la forma en que se te destituyó, con un afán nada disimulado de desprestigiarte. La respuesta que dio la Consejera a los clamores públicos en contra de tan arbitraria y atrabiliaria medida no fue otra que insistir en llenarte de oprobio, al tiempo que obvió sin despeinarse tu larga y meritoria labor al frente del Museo de Grandas.

Enfangaron tu nombre y tu trayectoria, o al menos pusieron toda la voluntad imaginable para ello, y, sin que haya transcurrido mucho tiempo, sale esto del zulo en el que inexplicablemente aparecieron unos materiales que dan cuenta de sus trabajos y días al frente de aquello. ¡Mira tú por dónde!

No nos queda otra que barruntar que la cercanía a un partido, cuando no la militancia, así como la mayor sumisión imaginable, son los principales puntos de la singular meritocracia astur. Y, para mayor baldón, habría que preguntarse si estos criterios se los trajo de casa nuestra consejera, es decir, si no fueron también los que aplicó en su etapa de concejala de Cultura en la villa de Jovellanos. Ítem más: no vendría mal hacerse una pregunta muy retórica consistente en inquirir cuáles fueron los merecimientos que concurrieron en doña Mercedes para los cargos políticos que viene desempeñando desde el Ayuntamiento de Gijón hasta el Gobierno de Asturias. En lo académico, desconozco qué publicaciones e investigaciones ha llevado a cabo la buena señora, así como en qué ámbitos impartió docencia, y en eso a lo que llaman gestión su trayectoria no parece precisamente muy gloriosa.

¿Cabe, metafóricamente hablando, el occidente asturiano en un zulo en el que, por dejadez, desinterés y otras muchas cosas, se van sepultando las personas, obras y cosas que mejor nos vinieron definiendo?

El Gobierno asturiano te cesa con las peores formas que son capaces de exhibir, al tiempo que pretenden echar por tierra los méritos que sólo ellos te quieren negar. Desoyen los clamores ciudadanos. No conformes con eso, desconocemos qué piensan hacer tras la votación que hubo en el Parlamento asturiano instando a que se anulase tu destitución. Y después de todo esto salta el escándalo de la Campa Torres.

Prisa se dieron en cesarte, en orquestar una campaña contra ti. Todo eso, claro está, a distancia. Grandas de Salime les queda muy lejos.

Pero, ¡oh paradoja!, lo que tenían más cerca en la Campa Torres no lo vieron, tuvo que salir a la superficie haciendo, me atrevería a decir, justicia poética.

¿Qué van a hacer ahora? ¿Qué van a decir? ¿Cómo asumirán este escándalo? Ya se sabe que es difícil que adopten otra posición distinta a seguir actuando como si aquí nada hubiese ocurrido; el papel de los comunicados oficiales lo resiste todo, Pepe, bien lo sabemos.

Un zulo en Gijón, con unas piezas que, tras haber sido secuestradas por la dejadez, emergen de repente. Un Museo en Grandas de Salime en el que, con el rigor científico que parece ser marca de la casa, sobran las pitas pintas. ¡Qué clarividencia, Dios mío!

Clanes políticos con su zulo en Gijón y su despilfarro en su Kremlin reconvertido tras la estela de Girón de Velasco. Clanes políticos que, en un momento dado, van a por ti, ensañándose con tu prolongado trabajo en el que conservaste todo lo que da cuenta de un pasado del occidente de Asturias al que ellos sólo ven como un solar de alquiler para empresas eólicas; pero, ¡ay!, todavía se encuentran con el obstáculo de gentes que no abandonaron, a pesar de todo, la tierra en la que decidieron asentarse.

¡Cuánto estorbamos, querido Pepe! En las crestas de las montañas, parques eólicos, y en los pueblos no hay más que impedimentos humanos que entorpecen la creación de ese parque temático plastificado que pretende enterrar la vida que aún perdura en estos parajes gracias a la obstinación de muchos de nosotros.

Desde la torre de su Kremlin, el occidente de Asturias es algo apenas perceptible de lo que tienen noticia a través de sus redes de sumisión a su Politburó delirante.

Y, por último, ¡qué desquite el premio que acaban de concederte! ¿Te felicitará doña Mercedes?

¡Ay!

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