La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Eduardo Lagar

Gilipollas

Por una nueva política libre de babayos

Emilio León, líder de Podemos en la Junta, ha pedido a las limpiadoras del parlamento regional que le den "una hostia" si se convierte en un gilipollas, porque, según ha reflexionado, uno entra en la Junta y en dos semanas corre serio riesgo de mutar en babayu (prefiero la versión asturiana de la patología).

Tiene razón Emilio León, pero la mitad de la razón. Claro que hay diputados gilipollas. Yo he conocido a alguno que, de gilipollas que era, pensó que todos sus votantes eran igual de gilipollas. Y, claro, ya no está en la Junta. Aquel gilipollas máximo, y todos los gilipollas en general, vienen hechos de casa. No los hace la institución. De todas formas, no le garantizo a León que se libre de la hostia pues, como advierte un Llamazares en estado de gracia, "el riesgo no es volverse algo, el riesgo es que ya se sea". Así que debería avisar a las limpiadoras de que actúen sólo en el caso de que perciban algún cambio.

Hacer eso, y en general, dejar ya los chistes.

Salvo que se quiera acabar con el sistema democrático haciendo la política de las termitas, los diputados, todos, deben de estar a la altura de la dignidad que el pueblo (la gente) les otorgó con sus votos. Si se degradan, nos degradan. Claro que la "vieja política" -por hablar en podemita- convirtió en cadáver la esperanza. Pero si de verdad se quieren cambiar las cosas la vía de la performance, la de convertirse en caricatura, no parece la más acertada. El hemiciclo no es lugar para estar haciéndose selfies durante un pleno. Eso para las visitas escolares. La sesión de apertura de la legislatura no es el momento para echarse unas risas votando a Fernández Villa y luego, por la noche, jalearlo en Twitter como un gran logro democrático. Y también: las limpiadoras y los conserjes de la Junta están haciendo su trabajo, un trabajo dignísimo, igual en mérito y valor al que hace el resto de la sociedad. Nadie tiene el derecho a vestirlos de esclavos del faraón y convertirlos en escudos humanos frente a los ataques de la llamada casta. No deberían hacerse esas cosas porque, entonces, por mucho que algunos se bajen el sueldo, nosotros -la gente- diremos que sigue siendo un enorme despilfarro de dinero público.

Compartir el artículo

stats