Aunque en el momento de redactar estas líneas aún no se sabe cual será el desenlace del referéndum griego de mañana (las últimas encuestas disponibles apuntaban a un empate técnico entre el no defendido por el Gobierno de Alexis Tsipras y el sí apoyado por las instituciones y restantes países de la eurozona), se puede afirmar que, sea cual sea el resultado, la gran perjudicada será la ciudadanía griega.
En caso de victoria del sí, es probable que el gobierno heleno tuviera que dimitir (el ministro de Finanzas, el controvertido Yanis Varoufakis, así lo afirmó en una entrevista televisiva) y convocar nuevas elecciones? que probablemente volvería a ganar, dada la impopularidad de los partidos de la oposición. Pero debería sentarse a negociar con sus socios europeos y la troika un nuevo programa de rescate (el tercero, tras expirar el segundo el pasado 30 de junio), en una posición de debilidad manifiesta. En ese sentido, la tan ansiada reestructuración de la deuda (pedida sin descanso por el Gobierno de Syriza y respaldada por el FMI, pero no por Europa) quedaría puesta en cuestión.
Si venciera el no, varios Gobiernos europeos han insinuado que la permanencia de Grecia en la eurozona se vería comprometida, en medio de un control de capitales y un "corralito" que, inicialmente, debería terminar el martes? pero que parece dudoso que sea así, si se rechaza la propuesta europea. Con las graves consecuencias económicas que acarrearía sobre el conjunto de la población (ya circulan análisis que auguran una caída del 20% del PIB, sobre el 25% perdido durante la crisis), que se ha visto abocada a elegir sobre un asunto muy grave ante la escasa habilidad política, como mínimo, de sus poco experimentados dirigentes.
