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Editorial

Celeridad para la estación intermodal

Hemos vivido en Gijón esta semana una nueva ceremonia de la confusión en torno a uno de los proyectos más relevantes para el futuro de esta ciudad: la modificación urbanística que conlleva el plan de vías, un ambicioso proyecto que tiene como fin recuperar para la ciudad un entramado ferroviario obsoleto y cuya principal iniciativa alcanza a la construcción de la estación intermodal que sustituya a la levantada provisionalmente en Sainz Crespo tras la demolición de la que se ubicaba en El Humedal.

La nueva propuesta pactada por el Ministerio de Fomento y el equipo de gobierno del Ayuntamiento de modificar la ubicación de la futura estación que acogerá la llegada y la partida de los trenes de largo recorrido, los de cercanías y los autobuses de líneas regionales, nacionales e internacionales, ha ocasionado un agrio debate político a nivel local. Como si el proyecto no acumulará ya numerosos y sangrantes retrasos -sobre la nueva estación corren ríos de tinta desde hace más de una década, cuando en 2002 se constituyó la sociedad Gijón al Norte, con capital del Ministerio de Fomento, el Principado y el Ayuntamiento, con el objetivo de eliminar la barrera ferroviaria-, la recién anunciada modificación del proyecto puede acarrear una nueva demora que los ciudadanos no entenderían.

Que el anuncio del cambio del proyecto se haya llevado a cabo por sorpresa y a menos de tres meses de unas elecciones generales que seguramente se convertirán en las más reñidas de los últimos años, con más actores sobre el escenario político, da qué pensar. Y que del encuentro mantenido en Madrid por la ministra de Fomento, Ana Pastor, y la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, se excluyera deliberadamente a la Administración regional asturiana es un gesto que habla a las claras de la falta de diálogo y consenso en torno a una infraestructura del transporte capital para Gijón. Un asunto que debería concitar unanimidad de las fuerzas políticas se ha convertido en una nueva excusa para el enfrentamiento: el PP y Foro, por un lado; el PSOE y el resto de la izquierda, por otro.

Llevar la estación a las inmediaciones del Museo del Ferrocarril cuenta con el apoyo de la Federación de Vecinos, entidad que, sin embargo, rechaza que la estación para trenes de largo recorrido quede en superficie y el soterramiento se limite a la de los convoyes de cercanías, otra de las novedades de una propuesta de la que se desconocen muchos detalles y que la Ministra se comprometió a publicitar en el próximo consejo de administración de Gijón al Norte, que se celebrará a mediados del mes próximo.

Los gijoneses están de acuerdo, por lógica, en acercar la futura estación al centro de la ciudad, pero con toda seguridad preferirían el proyecto tal como está concebido ahora, con la instalación en Moreda, que tener que soportar una nueva demora de años en solucionar un asunto de capital relevancia para esta ciudad como es disponer de una estación céntrica, moderna y espaciosa cuando la llegada del AVE está cada vez más próxima.

Para Gijón y los gijoneses supone, en pleno siglo XXI, un descrédito enorme disponer de una estación de autobuses inhóspita que no es más que un apeadero y de una de trenes, la de Sanz Crespo, que pese a su carácter provisional amenaza con eternizarse.

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