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"Juno" y las elecciones

La entrada de la sonda espacial en la órbita de Júpiter y la lentitud en formar gobierno

De madrugada escucho una noticia; la sonda espacial "Juno", tras cinco anos de viaje, prende sus motores para entrar en la órbita de Júpiter, ¡todo un éxito! Los aplausos retumbaban en el centro espacial de la NASA, celebrando éxito de la misión. Los avances de la tecnología son imparables y aquí una serie de hombres construyen un nuevo mundo al margen del cotidiano. Aldous Huxley se quedó corto con su mundo feliz; quizás haya sido Julio Verne, desde su fantasía maravillosa, quien más se aproximó a un futuro que pasó, en muy poco tiempo, de la ficción a la increíble realidad.

Cinco años son muy pocos en la medida infinita del tiempo, y esto lo saben muy bien nuestros políticos, a quienes les pasan los días sin pena ni gloria porque saben que con el mínimo esfuerzo perduran en el cargo una vez alcanzada la "poltrona" del poder. ¡Ah, eso sí!, han sido refrendados por la voluntad popular, por esas urnas que en cada nueva convocatoria se van quedando más vacías. Hay gente excepcional, incluso honrados; son los que confirman la regla, y no es que nuestros políticos sean un desastre, es que somos un desastre los ciudadanos. ¿Se imaginan ustedes con qué aplausos recibiremos la noticia de la "fumata blanca" del acuerdo? Será muy superior a la alegría demostrada por la NASA tras el éxito de la conquista espacial, claro que esto no es nada comparado con la conquista del "poder".

El sistema político empieza a fallar y si repasamos a J. J. Rousseau, en su Contrato Social (1762) -"...habría que decir que no ha existido nunca verdadera democracia y que no existirá jamás, pues es contrario al orden natural que el gran número gobierne y el pequeño sea gobernado"- nos encontramos con una opinión que, hoy día en el siglo XXI, parece que cobra sentido. El mundo occidental se ha empeñado en "democratizar" la sociedad islámica, pero lo que hemos logrado es sembrar el caos y la tragedia. Para que una democracia sea efectiva tendría que basarse en el respeto; respeto entre los ciudadanos, respeto a las urnas y respeto entre los pueblos. Pertenecemos a un pueblo con temperamento mediterráneo, que dicta leyes pero que no las respeta y en donde la picaresca y la corrupción es moneda de cambio.

Yo tengo la sensación de que el político me falta al respeto. Una vez escrutados los votos y formados los grupos de diputados, lo lógico sería que de inmediato formasen gobierno, o al menos que no percibieran emolumento alguno hasta que no cumpliesen el cometido para el que han sido elegidos. ¿Se imagina usted una empresa que contrata un coordinador, unos directores, unos asesores y que estos dejasen pasar los meses sin hacer efectivos sus cargos, discutiendo por el reparto de los despachos y mientras tanto cobrando? Ignoro qué abstención hemos tenido, pero estoy seguro que seguirá aumentando.

Los seres humanos nos estamos dividiendo en robóticos y en homínidos de las cavernas, algo así como los habitantes del planeta de los simios o los de los trajes de espaciales ignífugos con escafandras y oxígeno. Los primeros se cubren el cuerpo con tatuajes, anillos y piercings; los segundos, con símbolos de la NASA. Es como si tras la hecatombe descrita en la novela de Pierre Boulle quedasen una serie de seres, casi simiescos, bajo el control de astronautas y científicos, sorprendidos de haber llegado a lo más alto en la nueva torre de Babel. Claro que la ciencia ahora no tiene confusión de lenguas, se entienden en inglés... Y mientras tanto los políticos pasando de todo y cobrando del erario público.

Los avances científicos son asombrosos, pero los sociológicos son alucinantes; cinco años para llegar a Júpiter, y un iluminado británico en unas horas ha puesto patas arriba el imperio británico, haciendo temblar, incluso, los cimientos de Gibraltar, todo ello por un "referéndum con órdago populista", que no le salió como esperaba, y este "tsunami" nos afecta a todos, como si no tuviésemos bastante ya con nuestros problemas. Somos capaces a destruir con más celeridad que los científicos tardan en crear. Ciertamente, si nos damos un paseo por el globo terráqueo nos encontramos que muchos países están en manos de unos visionarios empeñados en dividirse en colores pero incapaces de dar estabilidad a la sociedad.

Y frente a todo esto nos sale un americano de Utah que se quiere casar con su computadora porque tiene sexo con ella. Algo no va bien y mientras esperamos los apartamentos en Júpiter, nos aplicaremos la frase de la genial Mafalda de Quino: que paren el mundo que me bajo.

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