Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Billete de vuelta

Francisco García

Conocimiento y cercanía

Gijón es, no hay quien lo dude, una ciudad de servicios. Ciertamente ya no existe urbe o capital de este país cuya vocación no sea claramente terciaria, pero en el caso de Gijón la evidencia resulta aplastante: ocho de cada diez empleados encuentran ocupación en ese sector de relevancia creciente, al tiempo que decrece la trascendencia laboral de la industria, que aun así dobla el número de trabajadores que emplea la construcción, la gran damnificada de la crisis económica de la última década.

Una ciudad compacta es aquélla que obtiene réditos de todo tipo de actividad. El floreciente Gijón fabril hace décadas que pasó a la historia, pero no convendría enterrar a un sector industrial aún poderoso, mucho menos si se tiene en cuenta la pujanza de las empresas radicadas en la Milla del Conocimiento, en el Silicon Valley asturiano, el principal reducto de valor añadido de esta ciudad, donde conviven las grandes firmas regionales con compañías emergentes con vocación de agrandarse. Unas y otras han tejido una tupida red de transferencia de conocimiento y de innovación que cada día exige más espacio. La Milla se agranda y su emprendimiento ya no parece un sprint sino una carrera de fondo.

Mientras tanto, ningún sector garantiza más empleo en esta ciudad que el comercio, con más de 16.000 trabajadores al otro lado del mostrador. Qué sería de esta ciudad sin su comercio tradicional, señero, antañón y de cercanía, donde prima más el trato que el precio; donde encuentras aquel objeto que ya no vende nadie. Ciertamente, los comerciantes locales tienen que adaptarse a los nuevos tiempos y al comercio electrónico, pero entre tanto "online" antes o después se volverá al "offline".

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.