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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El Mundial del insulto

Los argentinos, que dan al balompié categoría de religión -tan es así que profesan culto a un futbolista excesivo al que elevaron a los altares de la iglesia maradoniana-, han levantado varias veces la copa del Mundial de fútbol, y cuando no ganan sobre la cancha quedan campeones en la competición planetaria del insulto. Desde que existen las redes sociales, resulta enormemente dificultoso disputarle a los hinchas de Argentina el título universal del vituperio.

Fue no pasar del empate en el enfrentamiento inicial con Islandia y desbocarse en denuestos la torcida. Así, adornado cada tuit con palabrotas más que gruesas orondas, el entrenador Sampaoli, rapado al cero, es un "tobogán de piojos"; a Higuaín, al que dan por gordo, lo llamaron, entre otras lindezas, "cementerio de canelones". Basta que Messi, el intocable, marre un penal decisivo para que lo tachen de "pecho frío", y le piden que regrese con los islandeses para que lo dejen "bien cerca de un iceberg, que es tu hábitat natural" (éstos son los tres ejemplos más finos y delicados de la retahíla de improperios que circulan por Twitter, de procedencia austral. La mayoría resulta irreproducible).

Más no deberíamos escupir para arriba, pues cabe la posibilidad de que los españoles salgamos subcampeones en la misma competición. Según un reciente estudio, una de cada tres personas que comentan partidos de fútbol en redes acaba insultando a alguien, siendo los enfrentamientos entre el Madrid y el Barça los que congregan mayor número de barbaridades. Según el mismo estudio, por cada cien insultos, sólo hay cinco que piden respeto. Sin reproche social, dudoso mérito el de ser los ganadores de tan deplorable torneo.

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