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Hablar, no negociar

La diferencia entre tratar asuntos y satisfacer una aspiración política marcará la cumbre Sánchez-Torra

Sabia decisión del Gobierno: para que no parezca que además de acercar presos y tolerar desplantes al Jefe del Estado, va a dar pasos en pos del derecho a decidir, el gabinete Sánchez anuncia que impugnará la última proclama secesionista del Parlament, que, para colmo, no es nueva, sino que data de 2015 y aparte ha sido, por así decir, limada de asperezas. Como un "remake" americano de una película francesa.

La Cámara se reafirma en sus objetivos soberanistas y republicanos, pero hace saber a Sánchez (en contra del criterio de la CUP) que se trata de objetivos "políticos", no de planes ejecutivos de independencia, que ya se sabe que sólo conducen a prisión, y es ése un umbral que aún no están dispuestos a pisar ni la fiel Elsa, ni el pretencioso Eduard Pujol, ni mucho menos el planfletista Torra.

El jefe del Ejecutivo no ha picado. La idea, me barrunto, era que Torra entrara mañana en la Moncloa con la nueva proclama en la cartera, aunque sólo fuera para presumir de habérsela endilgado a Sánchez aprovechando su "buenismo" concesivo y esas ganas de reconducir con talante y cejas enarcadas el conflicto (perdón por la hipérbole).

En vez de eso, Torra llegará a la Moncloa el mismo día en que, con suerte, el Consejo de Estado avalará el recurso ante el Tribunal Constitucional: para que quede claro, como dijo el viernes la portavoz Celaá, que una cosa es el itinerario jurídico y otra, próxima pero distinta, el escenario político.

Sánchez sabe que le toca hacer política (porque, si no, a qué ha venido), pero además es generoso: le muestra a Torra que, con él, la Generalitat puede elegir entre el itinerario judicial que ya trazó el Gobierno del PP (fácil, por lo tanto, de seguir) y el escenario de diálogo que el PSOE le ofrece.

Y aún le ha mandado otro aviso a través de Pep Borrell, ministro de Exteriores que tiene ante sí la ímproba tarea de desinternacionalizar el "procés", trabajo de Hércules que no ha dudado en comenzar colmando de felicitaciones al exministro del PP Pedro Morenés, ahora embajador en Washington, por su réplica a Torra del 27 de junio.

Ese día quedó claro que cuando el soberanismo habla de "presos políticos", "exiliados" y "represión", el que no está de acuerdo se calla. Y si no se calla, pues Torra, o el "indepe" de turno, se marchan denunciando carencias democráticas de base.

Por eso me gustaría saber cómo piensa ingeniárselas el president para hacer que Sánchez atienda su "argumentación política" en pro del derecho a decidir, tal como ayer avanzó el siempre sobreactuado Pujol. ¿Será porque con hablar, de momento, basta? ¿O porque Torra no sabe hablar de otra cosa? Menos mal que Sánchez se ducha; si no, hablarían del gasto de agua corriente. Para tratar cualquier otro asunto, haber puesto a un alcalde de president, como pedía el PDeCAT.

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