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Luis Gancedo

De aquí a 2060

El estancamiento que la OCDE predice para España

España será una de las economías avanzadas donde menos crecerá la riqueza económica entre 2018 y 2060, según la OCDE. Lo hará una media anual del 1,1% del producto interior bruto (PIB), velocidad cercana al estancamiento que supuestamente vamos a compartir con otros países del sur de Europa, como Italia, Grecia, aunque también con EE UU, Canadá o Finlandia, si no hacemos nuevas reformas.

Ahí es nada la osadía predictiva del organismo con sede en París: los institutos que hacen pronósticos económicos fallan a menudo sobre lo que va a ocurrir de un trimestre para otro y los economistas de la OCDE se atreven con pronósticos a cuarenta y dos años vista. Bien es cierto que su propósito no es acertar, sino llamar la atención sobre los riesgos futuros y estimular la acción política para hacerles frente.

El envejecimiento de la población es la explicación medular del escuálido porvenir que se atribuye al PIB español, que por otra parte se aventura también para países como EE UU (referencia del capitalismo anglosajón individualista y desregulador) o Finlandia (una de las mecas del estado del bienestar y de la visión europea de la economía social de mercado). Es como si la OCDE vaticinara que, de alguna manera, los países occidentales van camino de morir de éxito: la longevidad resultante de nuestro desarrollo nos empuja hacia la mutilación del potencial del crecimiento (al perder población activa) y hacia el desastre fiscal (al dispararse los costes en pensiones y en servicios como la sanidad).

La salida, añade el foro multilateral, está en las "reformas estructurales". Esta eufemística expresión se refiere a lo que, en su propia y también eufemística jerga, los economistas llaman "políticas de oferta", recetas generalmente de corte liberal y con efectos sociales secundarios. ¿Qué nos recomienda la OCDE para llegar mejor a 2060? Lo que nos darían mayor potencia, sugiere, consiste en reformar más el mercado laboral y en reformar más las pensiones. Tenemos experiencia reciente de hacia qué otros eufemismos nos conduce eso: condiciones de trabajo "más flexibles" y ajustes para hacer "sostenible" el sistema de protección social. En plata: salarios menores y despido más barato, retraso de la jubilación y pensiones más bajas.

Sería estúpido ignorar los desafíos que trae el envejecimiento y que señala certeramente la OCDE. Pero estos años también nos han enseñado que en el descontento y en el sufrimiento que pueden traer consigo las "reformas estructurales" y en el aumento de la desigualdad que a menudo contribuyen a generar anidan los demonios del populismo y de la regresión democrática, y crecen personajes amigos de los abismos.

Ser cada vez más viejos es un problema relativamente nuevo y probablemente no sirvan las recetas antiguas. Antes de 2060 hay que dar con otras.

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