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Dos vídeos

Los políticos españoles no cantan, ni tienen grabaciones divertidas con las que mostrar su talento

Hay un vídeo muy divertido en el que se ve a John McCain remedar un par de hits de Barbra Streisand y quejarse de que, durante veinte años, ella ha estado intentando hacer el trabajo de él. Ahora -o sea, entonces- McCain contraataca y se pone a hacer el trabajo de ella, o sea, cantar. Huelga añadir que tirando a fatal. La escena tiene su pedagogía por una razón sencilla: aquí sería inimaginable. Faltan, resumiendo mucho, el humor y la imaginación. Y el arte, claro. Nuestros políticos no cantan. Peor todavía: nuestros políticos no tienen vídeos divertidos en los que mostrar algún talento -el estrictamente político nunca acaba de quedar, faltaría más, claro del todo-. Pero ya metidos en vídeos, hay uno muy interesante que refleja un momento de un debate entre Susana Díaz, Patxi López y el entonces candidato a dirigir su partido y más tarde, como fue el caso, el gobierno de España. Sánchez interrumpe a López de forma repetida, falsamente jocosa y pelín irritante. López claudica y le pregunta a Sánchez, con cierto enojo, si sabe lo que es una nación. Por supuesto, responde Sánchez. La respuesta tiene el tono automático y un poco sabelotodo de quien se maneja a gusto en debates televisivos al estilo contemporáneo, anteponiendo el remango al conocimiento. En la desolación del gesto de López al tener que ponerse a explicarle a Sánchez el concepto de nación cabe la evolución del PSOE en los últimos tiempos. López no intenta hacerse el simpático y pierde; a su oponente le pasa justo lo contrario. Hay algo de artificioso en esa desenvoltura petersanchista, pero alarmante también. López subrayaba que el debate sobre lo que es una nación no interesaba a los socialistas, la respuesta tácita de Sánchez es que a él le interesa hablar como haga falta con tal de ganar. Y que la doctrina puede esperar también lo que haga falta. No se entiende lo que pasa en España si no se tiene en cuenta la parábola que el vídeo encierra. No habría estado de más que los socialistas mostraran cierta lealtad a su ADN centroeuropeo y, de paso, su rechazo a la nueva ola caribeñófila que nos aflige por estrictas razones de cultura democrática. No fue el caso porque lo importante fue ganar. ¿Por qué será que en España hay tan poco talento escénico y que nadie tiene la ocurrencia de McCain para ponerse a cantar en la tele? No será por falta de vanidad; no se entiende el marrón del Nordeste sin tener en cuenta el narcisismo permanentemente insatisfcho de algún que otro líder con vocación de estadista políglota. En política no hay que hacer caso a quien se obstina en colmar su vanidad. Y hay que defender al Estado democrático con claridad y, si no fuera mucho pedir, con un número de diputados lo bastante nutrido para no incurrir en mendicidades. Y López se tragó el desencanto, y probablemente vio venir lo que se avecinaba. En fin. Hagamos nuestro agosto, pasémoslo bien.

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