La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mezclilla

Carmen Gómez Ojea

Tremebundo encuentro muy inesperado

La triste y dolorosa historia que Brenda Tusano contó a las Inocencias a la caída de una larga tarde de agosto

Una mañana de agosto recién nacido, las inocencias recibieron una misiva de Brenda Tusano, antes Gusano, pidiéndoles que, aquel mismo día, se reunieran, por favor, con ella en la casa común de la hermandad, porque quería y necesitaba contarles algo morrocotudo y tremebundo que le había pasado.Y allí se encontraron todas a la caída de la larga y dorada tarde de verano. Brenda estaba muy nerviosa y no cesaba de frotarse las manos, de rascarse la punta de la nariz y de suspirar ruidosamente por lo que la dulce y bondadosa Melina Pombal le preparó en un periquete una infusión de tila que le hizo beber en un par de sorbos. A continuación Brenda se secó las lágrimas y aseguró que se sentía bien y serena para hablar de lo que le había pasado que quería compartir con ellas para descargar su dolor y pena. Cuando salía de una librería-comenzó diciendo- donde acababa de adquirir "Flor nueva de romances viejos" de Ramón Menéndez Pidal, que no sé dónde metí y quería releer el romance de "La Doncella Guerrera", mi preferido, me encontré con Alberto, mi primer amor, convertido en un hombre muy grueso que me saludó y, a continuación, como me había quedado estática, me preguntó si no me acordaba de él. Asentí con un movimiento de cabeza pensando que me parecía imposible que hubiera besado, tres veces exactamente,aquellos labios fláccidos nada carnosos y sí descoloridos y que aquella boca hubiese besado la mía, pero permanecí callada, dudando entre quedarme o decirle adiós y desaparecer. Entonces me invitó a tomar algo en un café cercano y. Nos miramos y nos sonreimos y reímos, mientras yo pensaba que nuestra conducta de adolescentes a nuestra edad era estúpida. Háblame de ti, le pedí. Soy ingeniero industrial, me contestó. Estoy casado y tengo tres hijos: Riberto, Rigoberto y?Roberto, le chillé, interrumpiéndolo, Roberto como tú. ¡Diana!, exclamó. Has acertado. Luego me preguntó si estaba casada y le respondí con un movimiento negativo de cabeza, añadiendo oralmente que me habría gustado tener una hija para llamarla Kudrun como una reina nórdica, protagonista de muchas leyendas que me fascinaron de niña. Entonces me propuso ir a un chalet que tenía muy cerca del centro urbano, en el que iba a sosegarse, porque la casa familiar era insoportable llena de hijos, de los primos de ellos y de sus amigos; y también ocupada a diario por las numerosas amistades de Pilita, su mujer.Y me fui con él a la casa de campo y allí pasó lo que yo no imaginaba que pudiera suceder, algo que no habría pensado jamás que le ocurriera ni a mí ni a nadie. Primeramente nos desnudamos e hicimos el amor como amantes torpes y viejos hasta que me tapó la cara con un pañuelo que me anudó con mucha brusquedad al cuello y comenzó a golpearme, primero en el vientre y después en el pecho y me tiró del cabello con con furia y rabia arrancádome puñados de mechones de pelo, como si pretendiera dejarme calva, a la vez que me insultaba soezmente llamándome puta, zorra, golfa y meretriz cabrona? Y destrozó mi libro de "Flor nueva de romances viejos". Brenda rompió a llorar de nuevo con todo desconsuelo. Pero logró continuar con su macabro relato: y después de tratarme de ese modo tan salvaje, mientras se vestía, sin permitirme ponerme mi ropa, me dijo que, si me había lastimado, no tenía intención de ello, pues todo era un juego de una amiga y un amigo que acababan de reencontrarse y esperaba, por tanto, que no fuera a contar nada de lo vivido juntos a esas brujas feministas tortilleras que eran mis amiguitas y que podrían meterlo en un lío. Y lo más sorprendente estaba por llegar con la aparición de su mujer, que me dijo: vamos a que te lave y asee, porque no puedes irte con esas pintas. Salí de la habitación con ella y le dejé que me lavara y peinara y que me pusiera un traje suyo, porque Rober, me explicó, se quedaba con la ropa de su víctima. Después él me inspeccionó de arriba abajo sin pronunciar palabra y le hizo un gesto a su mujer para que me acompañara a la salida. Allí ella me dijo: denúncialo. Ninguna de las presas que obtiene en sus cacerías de mujeres lo hace porque no quieren que sus maridos sepan que se enrollan con el primero que se lo pide . Si me necesitas iré a declarar lo que hace este hombre tan ruin, con el que no me une ningún vínculo, salvo el de limpiadora. En cuanto a Pilita, su mujer, lo dejó hace tiempo y se llevó a los hijos. Y yo, que me llamo Maura, vivo aquí cuidando del chalet, donde puedes encontrarme, para lo que necesites. Y eché a correr como una cautiva liberada de las garras infernales de su infernal amo?

Brenda guardó silencio y se armó un sonoro alboroto, pues todas las Inocencias estaban ardiendo de furor, indignadas y muy dolidas; y le preguntaron qué había decidido hacer y ella permaneció llorando y callada, mientras las demás dilucilaban acerca de la determinación que se debía tomar ante aquella vileza intolerable. Por fin las Inocencias decidieron que aquel monstruo debía ser encerrado como todos los maltratadores sin excepción,aunque sus actos malvados no dejaran rastro, porque insultar, amenazar, asustar, dañar de palabra sin dejar huella tenía que ser condenable y condenado, porque no valía eso de ojos que no ven, corazón que no siente pues, en casos como el de Brenda, maltratada de obra y de palabra, igual que millardos de mujeres, los oídos que escuchan horrores semejantes hacen que se desorbiten sus ojos y los corazones sufran violentas taquicardias.Y Alberto Gandul, un apellido que, según Margot Pis, le iba de rechupete, fue juzgado, condenado y lo metieron en la cárcel, lo que las Inocencias celebraron muy jubilosas, y Maura entró en la hermandad, donde fue recibida con mucho cariño y los brazos abiertos de par en par.

Compartir el artículo

stats