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Clave de sol

De un libro a una película

Viejos recuerdos sobre "Altar Mayor"

Han transcurrido casi tres cuartos de siglo desde aquellos ya lejanísimos años cuarenta en los que se estrenó en Oviedo la película "Altar Mayor", sobre la conocida y galardonada novela de Concha Espina con el mismo título. Un acontecimiento de enorme impacto emocional en tiempos de posguerra, aún reciente la recuperación de la imagen de la Virgen de Covadonga en París y su paseo triunfal por toda Asturias.

Por si fuera poco el efecto mágico del lugar y del mencionado acontecimiento, la película añadía el tirón suplementario del estreno como actor de un ovetense modesto y a la vez guaperas, José Suárez, revisor entonces del ferrocarril Vasco Asturiano, en el agradecido papel del joven Josefín, buena persona, recio y asturiano hasta la médula.

Actor de éxito temporal que hizo muchas películas en Italia y al que tal vez perjudicó su polivalencia en los géneros y aún su resuelta resistencia a adoptar un sonoro nombre artístico. Tras aquella primera incursión en el cine, volvió algún tiempo a su trabajo como revisor del tren. Y ahí, en nuestra excursión anual a San Esteban de Pravia, pudimos conocerle personalmente los chavales del catecismo de San Juan.

Después de sus triunfos en Italia y durante una visita veraniega a Asturias, fue entrevistado para LA NUEVA ESPAÑA por el conocido dibujante Alfonso Iglesias -creador de Telva, Pinón y Pinín- en la cafetería Astoria de la calle Uría. En la conversación, informal y chispeante, Alfonso preguntó al actor por sus relaciones con las actrices con las que había trabajado. La respuesta fue:

-Hay una que me vuelve loco.

Alfonso, picado por el morbo, le invitó a personalizar la respuesta. Suárez lo hizo sin dudar:

-Es mi pequeña hija, una muñeca de tres años.

Suárez murió en 1981 con 60 años, casi a la vez que su mujer, prematuramente retirado en su Moreda natal.

La película "Altar Mayor", dirigida por un Gonzalo Delgrás entonces en la cresta de la ola, se atenía con el rigor posible al texto de doña Concha y tuvo buena crítica. Maruchi Fresno, una buena actriz de carácter, era Teresina, la mujer buena que se desmaya al conocer la traición.

La mala, Leonor, encarnada por una jovencísima María Dolores Pradera, se casa con Javier, el señorito deseado y chuleta interpretado por Luis Peña. Y nuestro José Suárez fue el joven Josefín, generoso enamorado de la burlada protagonista.

La novela, escrita en una prosa lírica y florida, incluso melancólica, propia de los años veinte y de la peripecia biográfica personal de la autora, mereció el premio nacional de literatura y constituyó todo un éxito de ventas y ediciones.

Ambas, novela y película sobre esta quebrada historia de amor con el inevitable estilo de la época, supusieron también un canto al Real Sitio de Covadonga y su entorno, el abrupto paisaje, los montes, las aguas, el santuario, la historia, el paso del tiempo, los misterios de la vida y de la fe. Nada que ver con el llamado "covadonguismo", tan nacionalista como artificioso.

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