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Vicerrector de Investigación de la Universidad de Oviedo

Por el futuro de la ciencia

La huella de un Nobel que dejó una importante herencia de jóvenes investigadores

Han pasado veinticinco años del fallecimiento de Severo Ochoa, y desde la Universidad de Oviedo nos queremos sumar, una vez más, a los homenajes a la figura y el recuerdo entrañable de quien fuera investido doctor honoris causa por nuestra alma máter en 1967.

Como todas y todos los grandes científicos, nos ha dejado dos legados: por una parte, sus descubrimientos, que abrieron una brecha por la que siguió avanzando la ciencia, y por otra, una estela que siguieron muchas y muchos investigadores, logrando que la biomedicina en general, y la bioquímica en particular, sean áreas de investigación punteras en nuestro país. En definitiva, su genio creativo y su tesón lo han llevado a trascender mucho más allá de su desaparición.

Se configuró en el seno de una generación científica muy notable que se desarrolló en primer tercio del siglo pasado en España y dio muchos frutos en la década de los años 30. Podríamos considerarlo el equivalente científico de la generación del 27. Compartió la Residencia de Estudiantes con Dalí, Lorca y Buñuel, en una época que fue de lujo para las inquietudes científicas y literarias conectadas con la modernidad que luego fueron aniquiladas por el odio.

El desarrollo científico de Severo Ochoa consistió en un periplo importante: varios centros en Alemania y Reino Unido, después Estados Unidos. Casi un siglo después, este tipo de itinerarios son los habituales hoy para las y los jóvenes científicos de los que, lamentablemente y al igual que entonces, muchas y muchos no pueden regresar, al menos en condiciones suficientemente dignas.

En su periplo, Severo Ochoa fue afortunado, fundamentalmente por dos motivos. En primer lugar, sus estancias de investigación en el extranjero comenzaron muy pronto, incluso antes de finalizar la carrera de Medicina. Con estas experiencias había tomado la determinación de hacer carrera científica fuera, y ello le llevó a abandonar el país al comienzo de la guerra fratricida. Esta contienda segó el desarrollo de las ciencias en España por décadas, ya que las y los científicos más notables eran casi todos de ideología liberal y en la mayoría de los casos se vieron abocados al exilio. En segundo lugar, Ochoa vivió en Estados Unidos unos tiempos de especial inversión en ciencia en los años 40 y 50. Entonces se financiaba ciencia y tecnología a partir de muchas agencias: National Science Foundation (NSF), Departamento de Defensa, Office for Naval Research (ONR), Public Health Servicy (PHS), National Institutes of Health (NIH), fundaciones como la Rockefeller, etc. Inversiones que siempre tienen un retorno.

No quiero entrar en sus descubrimientos científicos que no solo fueron notables sino también muy variados ya que transitó desde la Fisiología a la Biología molecular del gen. Comenzó sus investigaciones estudiando las moléculas implicadas en la contracción muscular y después con muchos enzimas: los enzimas que llevaron a la completa comprensión del ciclo de Krebs, o los que intervienen en la síntesis de ARN, como su famosa polinucleótido fosforilasa, que le valió el premio Nobel, y finalmente los estudios sobre aminoácidos y los enzimas que participan en la síntesis de proteínas.

Asistió, por tanto, a esa época dorada de la biología en la que la interpretación mecanicista podría explicarlo todo. El todo era la suma de las partes. Allí estaban los ácidos nucleicos controlando la situación y una colección de enzimas que había que conectar para explicar el funcionamiento de los procesos.

Pero lo que me gustaría destacar es la influencia descomunal que tuvo en la ciencia española. Muchos fueron los que recibieron su herencia científica. Baste recordar que Margarita Salas fue su discípula y Carlos López-Otín, a su vez, discípulo de ella. Otros muy notables que le siguieron fueron Santiago Grisolía y Julio Rodríguez Villanueva, otro asturiano ilustre. Además, la figura de Ochoa ha sido a la vez un emblema y un ejemplo para las y los jóvenes científicos, como lo fue para él en su juventud la figura de Ramón y Cajal. También tuvo una gran influencia en la política científica, ya que gracias a su prestigio y pujanza, y la de sus discípulos y discípulas, se dirigió la inversión hacia las áreas de la biomedicina. Y al igual que el propio Ochoa disfrutó de grandes inversiones en ciencia y recogió frutos, en nuestro país, como en todos, donde se siembra se cosecha. Así hemos tenido generaciones de bioquímicos muy relevantes. Las y los científicos españoles más relevantes e influyentes en la comunidad internacional se valoran por las citas o referencias que se hacen a sus trabajos. Entre las y los españoles más citados, los de las áreas de Biomedicina son, sin duda, los más numerosos. Estos "Highly Cited Researches" son los que se valoran para la elaboración de ránquines de las universidades como, por ejemplo, el conocido Ranking de Shangai.

Para una universidad es muy importante tener premios Nobel incorporados a sus plantillas, ya que lideran equipos científicos punteros, que además son centro de atracción para que se incorporen a ellos el mejor personal científico joven que está surgiendo. Por otra parte, la elaboración de índices de calidad de las universidades valoran mucho la presencia de estas premiadas y premiados. Así, las universidades que aparecen en los primeros puestos de los ránquines tienen todas varios premios Nobel en sus plantillas, ya que además de las personas que obtuvieron el galardón estando en la universidad contratan a otras procedentes de otras universidades.

En conclusión, podemos extraer dos mensajes clave: las y los científicos excepcionales dejan una estela a seguir que mejora la ciencia en el entorno de su influencia. Por otra parte, puede concluirse que las inversiones en I+D+i siempre producen retornos en términos de desarrollo económico y social. Por ello, reivindicamos desde aquí mayores inversiones en I+D+i para que nuestros mejores jóvenes científicos y científicas puedan retornar y hacer ciencia en nuestro país.

Severo Ochoa fue un personaje genial y esforzado, que trabajó muy duro, y al que su fama internacional no impidió ser un hombre comprometido con su tierra y su gente. Vaya desde aquí el recuerdo cariñoso y entrañable a su figura por parte de la Universidad de Oviedo, donde su huella imborrable ha marcado la senda a seguir en nuestro presente y futuro.

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