Con esto del dichoso "Halloween" no hemos llegado a un acuerdo en la tertulia del café. No sólo eso, sino que nos hemos dividido aproximadamente en dos bandos: uno, el de los rechazantes definitivos, que al principio de la tertulia éramos casi todos, y otro, si no el de los defensores, por lo menos el de los reformistas, digámoslo así, ante lo que parece inevitable.
Los argumentos clave de rechazo a tan fúnebre festejo fueron los consabidos: costumbre importada, paganizante, que trivializa la muerte, explota el feísmo, el temor, la escatología. Es un festejo ajeno a nuestras tradiciones que se explota comercialmente y trivializa algo tan serio como la muerte y no parece especialmente educativo y menos en valores.
Una posterior reflexión en frío sobre estas alegaciones vino a patentizar que el sector de los relativamente comprensivos, o por lo menos tolerantes, coincidía sospechosamente con el de algún abuelete con nietos en edad escolar. Y en general, con festejos especiales programados en los colegios para la ocasión del "Halloween" como en los últimos años.
Grupo aproximadamente capitaneado por un contertulio a quien llamaremos Paco, más flexible, comprensivo y componedor. En política, es centrista sedicente, lo que permite cierta ambigüedad que parece le resulta rentable. Lo que a su vez no quita para su defensa de "lo nuestro": el amagüesto, la sidra dulce, la esfoyaza, la fiesta familiar en un merendero de los alrededores con sus cantos y chistes?
La conclusión provisional ha resultado, por una parte, más bien una especie de resignación condicionada ante lo que parece irremediable. Pero también, con un núcleo duro de cuatro intransigentes, patriotas españolistas incentivados por los últimos acontecimientos catalanes y vascos.
Total, que ayer encontré por la calle al amigo Paco que me paró para enseñarme complacido en su móvil las imágenes del "Halloween" en el colegio de sus nietos e insistir en que hay que españolizar el festejo. Tras toda una retahíla de diablos, brujas, calabazas, esqueletos, fantasmas y putrefacciones diversas, que recordaban aquella espeluznante película de "El exorcista", aparecieron los dos nietecitos de Paco en la fiesta colegial.
"Observarás -me dijo- que la familia ha respetado nuestras tradiciones: él va vestido de Trasgu y ella de bruja Pirulí".
