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El quejido de los árboles bajo la nieve

Las causas del caos en las carreteras y los cortes de luz provocados por el último temporal

A la vista del título, podría pensarse que éste va a ser un artículo bucólico sobre la nevada caída recientemente sobre Asturias. Nada más alejado de la realidad. El caos circulatorio con carreteras y caminos cortados, la delicada situación humanitaria de miles de asturianos privados de luz, calefacción, combustible, telefonía, posibilidades de cocinar y calentarse en un momento de rigor climático como el citado, hace pensar si las eléctricas deben seguir con el poder omnímodo del que disponen ahora.

Los primeros quejidos de los árboles tronchados por el peso de la nieve sobre su jergón de hojas vivas todavía en sus ramas era suficiente aviso para sospechar lo que se avecinaba. Hace apenas unos meses, LA NUEVA ESPAÑA ya anunció el abandono total de las cuencas de los ríos por cuyos aledaños discurren, por regla general, carreteras, caminos y sendas vecinales. Y citaba en aquella ocasión al recientemente nombrado Presidente de la Confederación Hidrográfica del Norte de España, Manuel Gutiérrez, de Pola de Siero, una de cuyas frases era: "restaurar los bosques de ribera". Nadie sabe a qué se refería con esta expresión. La causa principal del colapso social que trajo la nevada fueron precisamente los bosques de ribera, la marabunta de árboles de todas las clases que jalonan los ríos y sus espacios de servidumbre convertidos en verdaderas ratoneras ante una adversidad como la que acaba de suceder.

Las cuencas de los ríos, especialmente los de alta montaña, en los concejos de más elevación sobre el nivel del mar, es donde se ha producido el conflicto. Miles de árboles se han desmayado cayendo sobre todo aquello que estaba a su alcance. Miles de árboles que no debían estar allí desde hace ya muchos años. Y que podían tener un uso positivo. Una limpieza que corresponde a la Confederación, con su Presidente al frente, y que sólo se preocupa de vigilar al vecindario si rompe una rama cuando ya le está entrando por la ventana.

Hubo suerte de que no se produjeron desgracias personales. Pero los daños son cuantiosos. Miles de toneladas de madera se desperdigan por toda la región afectada. La Senda del Oso, zona significativa del turismo de los Valles del Trubia, está colapsada con docenas de árboles, rocas y materia diversa que la cubren, precisamente ahora que son fechas fundamentales para el turismo de la zona: puentes festivos, competiciones deportivas, fines de semana y las fiestas de primeros de diciembre, para cuyas fechas, me temo, no va a estar todo listo. Pues ni la buena voluntad de los vecinos en "estaferia" (esto no es un trabajo de fesoria), ni los medios públicos van a poder dejarla expedita, máxime cuando todavía hay riesgo de derrabes debido a la falta de asentamiento de las lomas laterales, balaustradas rotas, etc.

Sin olvidar el deshielo que puede venir en cualquier momento, con los ríos plagados de troncos caídos, maleza, los propios desbroces de las vías adyacentes y la habitual abundancia de todo tipo de vegetación sin limpiar durante los últimos 70 años, que pueden provocar desbordamientos impensables e inundaciones de las propiedades aledañas.

En todo este conflicto de la nieve hay un protagonista fundamental, que son las eléctricas, por mucho que algunos las disculpen. Hay un vídeo de publicidad donde estas empresas tienen el deber de mantener las redes de distribución manteniendo los "corredores de seguridad" por donde discurren los tendidos a base de "tala, poda y cuidado de las masas forestales por las que discurre la red eléctrica". Es elemental entender que una torre metálica de distribución no la echa abajo un viento por muy fuerte que sea, ni una nevada abundante. Pero sí unos árboles situados en lugares en exceso próximos a los cables, que caen, y con su peso llevan por delante el tendido.

Muchos se escandalizan de la gran nevada, como si no hubiera nevado nunca en Asturias, como si hace 50 o 60 años no hubieran caído nevadas de 40 centímetros que cubrían los pueblos durante semanas. Algo no encaja en este desbarajuste actual por una intemperie propia de la estación, por muy anticipada que haya sido. No he visto a ningún responsable de las eléctricas ni de la Confederación dar la cara ante este desastre que todavía no ha terminado. Si hubiera un poco de coherencia alguien hubiera dimitido ya.

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