Una vez que se logra superar el primer fin de semana, sin haber sufrido demasiadas secuelas a causa de las celebraciones y reencuentros de rigor, ya podemos disfrutar el FICX con más calma. Ahora es el turno de bucear entre las películas de la programación. Aunque, a veces, lo más atractivo de un festival no es lo que sucede en el interior de las salas de proyección. A este festival asiste una nutrida representación de programadores de otros festivales, distribuidores internacionales, productores, periodistas, críticos y cineastas varios. Esto es importante porque un festival tiene una doble función; la más visible es la de proyectar películas, la menos visible para el público general es la de ser un congreso profesional en el que se hacen valiosos contactos. Un entorno como el que crea el FICX es el ambiente propicio para conocer a gente del sector audiovisual, y también representa una valiosa oportunidad para darse a conocer. En los cafés cercanos al Jovellanos o en algunas sidrerías de referencia, si estamos atentos, podemos descubrir grupos que charlan animadamente, a menudo mezclando varios idiomas, intercambiando experiencias y poniendo nuevos proyectos en marcha. Y mientras esto sucede, el cine en el FICX avanza. El público que ayer asistió al pase de "In fabric", programada en la sección Crossroads en colaboración el festival de San Sebastián, tuvo oportunidad de sorprenderse y reírse a partes iguales. Está claro que hay prendas de ropa que son para morirse, pero nunca habíamos visto a un vestido asesino. Una historia que navega entre el thriller y el humor negro para plantear una metáfora sobre el consumo y la mercantilización del ser humano, que quizás termine por irse un poco de las manos. La polaca "Mug" tampoco está exenta de humor a la hora de reflexionar sobre las relaciones personales y la identidad. La película atrapa por la construcción de sus personajes, tanto protagonistas como secundarios.
