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Sol y sombra

Denuncia e ineficacia

Las farolas ahí siguen, y las obras del Auditorio son una incógnita

El Gobierno de izquierdas de Oviedo se ha especializado en denunciar las cosas mal hechas por las administraciones del Partido Popular que le precedieron sin apenas mover un dedo para mejorarlas. Sucede con las farolas de Gabino de Lorenzo que ahí siguen y el Auditorio Príncipe Felipe, que todavía aguarda, con restricciones de uso, las obras para reforzar su seguridad, que con el paso del tiempo se van encareciendo de manera extraordinaria.

La denuncia desde el poder -local, nacional o universal- adquiere todo el sentido del mundo cuando, inmediatamente, el poder actúa para intentar revertir la situación. De lo contrario lo único que se consigue es alarmismo, confusión e ineficacia. No existe, además y por razones obvias, la posibilidad de parapetarse tras la excusa que maneja el opositor, que en su circunstancia sólo puede gestionar la reclamación y el derecho a pataleo.

Airear que las farolas isabelinas suponen un riesgo para los viandantes y que es recomendable sustituirlas por otras más funcionales y seguras puede resultar engorroso, por su coste, pero también razonable, si realmente es necesario. El problema es que el Gobierno local faroleó para tener que dar marcha atrás, después de un concurso de adjudicación fallido y ningún otro intento, que se sepa, para mejorar lo que el adversario había hecho supuestamente mal.

Lo del Príncipe Felipe es otro despropósito. La factura de la obra crece de modo exponencial y los trabajos para reforzar su seguridad aún no ha comenzado. O, lo que es peor, se desconoce en qué momento van a empezar. Mientras tanto, al vecino le pueden entrar dudas al pasar por debajo de una farola amenazante para su salud o cada vez que cruza el umbral del Auditorio.

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