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Mario Antuña

A la contra

Mario Antuña

Los bancales de Mareo

La imperiosa necesidad de evitar de nuevo viejos errores económicos y deportivos

"La historia se repite dos veces, la primera como tragedia; la segunda, como farsa", lo dijo Karl Marx apostillando a Hegel. El Sporting corre el riesgo de cometer este doble error. Ha sufrido una tragedia económica y deportiva, de la primera se ha repuesto, de la segunda va camino de resarcirse, si no se convierte en una farsa.

El presidente del club, Javier Fernández, dio cuenta de la situación de la entidad en la junta de accionistas celebrada el pasado martes. Sacó pecho ante la reversión de la mala situación económica que casi acaba con la entidad. De los números rojos que se desparramaban por el libro de cuentas, se ha pasado a un beneficio de 9 millones. Loado sea.

Pero como magistralmente explicaba ayer Pablo González en su artículo "Fernandismo a lo Billy Wilder" (reléanlo o búsquenlo y no se lo pierdan), la trágica historia económica del Sporting la provocaron quienes ahora son sus salvadores, y no se olvide que con un proceso concursal, la intervención de la Liga de Tebas y la austeridad impuesta por la precaria necesidad de por medio. Alegrémonos de las buenas noticias y bien está que el Sporting sea ahora un equipo líquido, tenga cash, dinero en caja por primera vez en años.

Otra tragedia queda aún por resolver. Que el halo de luz que ahora trae ilusión y esperanza no ciegue los ojos sobre la tragedia de los fracasos deportivos. Las palabras de Javier Fernández me generan el temor de que, en esta faceta, se pase a la farsa. El dueño del club afirma con tino que es necesario trasladar el éxito económico al campo de juego. Y huelo, por sus intenciones, que con el mismo método fracasado.

Fernández, en singular o en plural, como prefieran como propietarios principales de la sociedad anónima deportiva, muestra su confianza en el director deportivo, Miguel Torrecilla, aunque su labor hasta ahora no se ha plasmado en triunfos y victorias, por fichajes de jugadores y entrenadores, y menos por el respaldo a la tradicional filosofía del club.

El diccionario de la Real Academia Española define farsa, en una de sus acepciones, como la "acción realizada para fingir o aparentar". Vuelvo a recordar que el pasado verano Torrecilla afirmó que la base del equipo para esta temporada sería Mareo. Después fichó a una decena de jugadores, tras el fiasco de los de la campaña anterior, para que fueran titularísimos, el sustento del proyecto. El resultado ya lo conocen...

El Sporting, en el ámbito deportivo, sólo escarmienta con el error, y a medias, pues recae en la terquedad de repetirlo con el riesgo de pasar de la tragedia a la farsa, en un bucle infinito.

Es el sentir de la afición, que sí tiene clara su apuesta por el modelo de club y de equipo, y la inquietud de que éste sólo se asuma en la derrota, sin convicción de hacerlo ley. "Hace falta tener una base de la casa para no hacer equipos nuevos cada año", dijo Jorge Guerrero de la Federación de Peñas. "¿Quién se responsabiliza de los fracasos de los directores deportivos?; no se laven las manos", preguntó la accionista Begoña Pañeda.

Ahora que está a punto de estrenarse la nueva película de José Luis Cuerda, "Tiempo después", rememoro cómo salían los hombres de la tierra en su mítica "Amanece que no es poco": pues los jugadores del Sporting salen de los bancales de Mareo.

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