Que el Oviedo tiene un gran problema con las lesiones es una realidad. No es una disculpa. Por ejemplo, había tres delanteros centro en la plantilla y en el partido de ayer contra el Málaga quedó tocado el único que le quedaba disponible a Anquela, Toché, por lo que tuvo que recurrir al canterano Steven. Quien más asistencias daba en el equipo y su jugador más desequilibrante e imaginativo, Saúl Berjón, hace ya varios partidos que está en la grada (ayer en el banquillo, pero de relleno). En la defensa los cambios a causa de problemas físicos han sido muy numerosos desde el inicio del curso. Incluso en el calentamiento se rompió ayer el nuevo integrante del equipo azul, Omar Ramos. Así es como el Oviedo acabó jugando ante los malagueños con varios integrantes del equipo B, del Vetusta, que cumplieron con la tarea encomendada, pero que no son precisamente a los que se les debe cargar con la responsabilidad de derrotar al Málaga, uno de los más firmes candidatos a lograr el ascenso a Primera.
Con todo, el Oviedo tuvo oportunidades para llevarse los tres puntos (por ninguna del Málaga), sobre todo en dos lanzamientos efectuados por uno de los chavales de la cantera, Viti, uno de los cuales pegó en el poste y el otro fue despejado por la defensa andaluza cuando ya se aprestaba a marcar Bárcenas tras un embarullado rechace.
El de ayer fue, por lo tanto, para el Oviedo, un encuentro de transición, a la espera de que se vaya despejando un poco la enfermería en los próximos días. Eso sí, tanto Anquela como sus pupilos pueden estarle agradecidos a los malagueños por su poco entusiasmo, por la apatía mostrada en el Carlos Tartiere. En ningún momento dio la sensación de que el combinado de Muñiz estuviese dispuesto a dar un paso adelante para intentar ganar el partido. No lo hizo y a punto estuvo de volver de vacío a Málaga por mucho que los andaluces tengan, al menos teóricamente, una de las mejores plantillas de la categoría.
