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Tino Pertierra

Sólo será un minuto

Tino Pertierra

La última historia

Marta: "Mi padre decía que no tiene sentido gastar mucho dinero en un paraguas porque más pronto que tarde lo acabarás perdiendo. Él aplicó esa teoría a su vida sentimental (después de separarse de mi madre llegó a tener ocho parejas), pero esa historia prefiero dejarla a un lado. Me viene bien para explicar por qué, a diferencia de casi todas mis amistades, nunca termino el año haciendo listas de propósitos para el nuevo año. O despropósitos más bien, porque la mayoría de ellos se quedan en nada al cabo de meses o semanas. O días. Yo fui víctima de esos aguaceros de buenas intenciones que nunca llegaron a puerto, así que sé de lo que hablo. Durante lustros me pasaba horas y horas detrás de la ventanilla del banco construyendo grandes, enormes, castillos en el aire. La de veces que me propuse dejar de fumar. Y aquí sigo pitillo en ristre. Me impuse estudiar inglés como una nativa y ni siquiera recuerdo cómo se pide un café. Lo de perder esos kilos de más se convirtió en una apuesta segura para ganar el doble. Renunciar a los refrescos de cola extraazucarados fue otra misión imposible comparable a la de escapar de los hombres tóxicos. Las oposiciones que iban a permitirme cambiar de trabajo nunca encontraron el momento de pillarme preparada. No logré remendar las relaciones con mis hermanas y la tarea ineludible de leer un libro al mes pasaba pronto a ser innecesaria. ¿Preocuparme menos del qué dirán? Anda ya. ¿No dejar el gimnasio a la segunda cuota? No fastidies. ¿Cambiar tanta televisión basura por películas y series de calidad? Demasiado esfuerzo. Dejar de morderme las uñas parecía un proyecto asequible, y por eso no me esforcé demasiado. Así que ahora mi propósito es no tener propósitos, no comprar paraguas caros. Para qué si los voy a olvidar en el taxi".

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