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Sol y sombra

El delirio británico

Sin acuerdo para salir de la UE, la salida puede ser un nuevo plebiscito

Si hubiera plusmarquistas de la inoportunidad en el mundo de la política David William Donald Cameron, primer ministro del Reino Unido desde 2010 hasta 2016, no tendría competencia entre los más necios. Incluso participando nuestro José Luis Rodríguez Zapatero, el expremier británico mantendría intactas sus opciones de hacerse con el título de estadista más tonto de las últimas décadas.

En 2016 y supuestamente para reforzar su posición dentro del partido, Cameron convocó un referéndum para preguntarles a los británicos si querían seguir en Europa o, por el contrario, largarse. Este tipo de plebiscitos populares van de lo inútil a lo peligroso, sobre todo si se plantean de la manera en que se hizo en el Reino Unido, precedidos de desinformación y de las patrañas más groseras. El caso es que como las mentiras no tienen las patas tan cortas como algunos creen, los partidarios del Brexit se impusieron en las urnas, de manera muy ajustada pero se impusieron. Y a los políticos que sucedieron al dimitido Cameron, casi tan inútiles como él, les tocó gestionar un acuerdo de salida que casi dos años después sigue sin resolverse en medio de un delirio incesante y una crisis monumental.

El viejo empirismo consagra que no hace falta arreglar lo que no está roto y el parlamentarismo británico fue considerado por un personaje de Maurois como una válvula de escape que permitía al resto de los ingleses seguir jugando al cricket. Ambos conceptos se han desmoronado con el Brexit. No todos los políticos saben qué hay que hacer para acordar una salida europea y la salida puede ser convocar un nuevo referéndum. Que no garantiza nada, porque nada es seguro cuando los pueblos parecen decididos a suicidarse.

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