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Alberto Menéndez

El relator que no fue

Las heridas abiertas en el socialismo español

La entrada en escena del relator primero enfrió y posteriormente congeló las negociaciones entre el Gobierno socialista de Pedro Sánchez y los independentistas catalanes. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos, y, aunque las razones del paso atrás del Ejecutivo central son muchas, probablemente las opiniones de cualificados dirigentes del PSOE, y de exmandatarios sobremanera, fueron las que más pesaron en el presidente del Gobierno a la hora de tomar la decisión de frenar los contactos con PDeCAT y ERC, una resolución que, de seguir estancadas en las próximas horas las conversaciones con los soberanistas (aunque con ellos y con el PSOE actual nunca se sabe qué puede acabar pasando), parece que podría llevar a un adelanto inminente de las elecciones generales. Una anticipación propiciada por la ausencia de unos Presupuestos del Estado para el actual ejercicio, unas cuentas que sí serían realmente del actual Ejecutivo, que desde la moción de censura a Mariano Rajoy ha venido funcionando con unas aprobadas por el último gabinete del PP.

El tan traído y llevado relator (del que todo el mundo habla pero cuyo cometido nadie ha sabido decir en qué consistiría, sobre todo si quien lo explica es la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo) ha tensado hasta límites insoportables las relaciones entre los partidos políticos del país y ha reabierto profundas heridas en el seno del socialismo español.

No pocos han sido los sanchistas (algunos asturianos) que han criticado a personalidades tan relevantes de su propio partido, del PSOE, como Felipe González y Alfonso Guerra, por opinar y mostrarse totalmente contrarios a la reciente estrategia del Gobierno de Pedro Sánchez respecto a Cataluña, poniendo especial énfasis en la figura del relator. Hablan estos cualificados representantes del sector mayoritario socialista de apostar por el diálogo y resaltan que para lograrlo no se deben sacralizar las instituciones. Para una parte relevante del sanchismo el tiempo de González, de Guerra, y se supone que también del asturiano Javier Fernández, ya ha pasado. Se están derechizando, concluyen. Y no son leales con Pedro Sánchez.

Bien, pues después de todo este planteamiento contra históricos militantes socialistas (que viene desde que el comité federal del PSOE destituyó a Sánchez en 2016 por temer a que pactara con los independentistas catalanes, como finalmente así sucedió en 2018) al final se ha impuesto el criterio de los más experimentados, el de aquellos que defienden las líneas rojas en los contactos con el independentismo en Cataluña. Al menos por ahora.

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