Hace poco me encontré con una persona que me decía que mi vida de religiosa le parecía tremenda -además de un desperdicio- y que era una lástima que hoy en día, cuando todo el mundo hace lo que le da la gana, yo me empeñe en ser monja y atarme de esta manera. Después me soltó un rollete sobre lo importante que es desinhibirse y liberarse?, un discurso de esos estilo "mayo del 68", que es uno de los engaños más grandes que circulan por el planeta Tierra.
Escuché pacientemente y después traté de contestarla sin herirla, pero con mucha claridad. Traté de explicarle mi punto de vista y de decirle que soy muy libre viviendo la vida que yo he decidido vivir -aunque a ella le parezca un desperdicio- porque ninguna persona ni ninguna circunstancia me la han impuesto, sino que yo he optado por ella. Y después también traté de explicarle que cuando una persona pierde el autodominio, pierde automáticamente la libertad; no se libera, sino que se esclaviza. Esa es la verdad.
Cuando uno se lanza a hacer "lo que le da la gana", en realidad no hace lo que le da la gana, sino lo que "la gana" le manda. Y "la gana" es una dictadora sumamente inflexible e insobornable. Y entonces? esa persona se vuelve un esclavo de "la gana" y no puede hacer otra cosa que obedecerla, y arrastra a la persona adonde muchas veces la persona no quisiera ir, pero ya no es libre? Está colocada -por la gana- bajo el yugo de unos intereses y unas apetencias que la tienen enganchada y bien controlada.
Nos asustamos mucho cuando sale el tema de las adicciones, nos preocupa, nos espeluzna, nos pone en guardia? Nos aterra ver cómo las adicciones destruyen a la persona dejándola sin voluntad, sin capacidad de decidir? Y lo cierto es que eso mismo le sucede a la persona que -de manera habitual- se deja arrastrar por sus apetencias: que se engancha a lo que ella cree que es lo que le da la gana y no se da cuenta de cómo poco a poco va perdiendo su capacidad de hacer lo contrario de lo que "le da la gana".
Deje totalmente K.O. a mi interlocutora superprogre y liberal cuando le pregunté con toda intención, lo reconozco, si -con la misma celeridad con que hace "lo que le da la gana"- hace alguna vez "lo que no le da la gana", o si solo es capaz de moverse por apetencias y nunca por decisiones libres. Le expliqué que yo nunca hago lo que me da la gana, sino que procuro tomar decisiones ponderadas y serenas para hacer lo que tengo que hacer en cada momento, lo que considero correcto y acertado, y que a veces tengo la "suerte" de que coincide con "lo que me da la gana", con mis apetencias. Pero muchas otras veces no es precisamente "lo que me da la gana" o me apetece, pero aún así y todo? lo hago si considero que es lo más adecuado y lo mejor. Gracias a Dios aún no soy adicta a "lo que me da la gana" y puedo decidir libremente, porque mi voluntad es más fuerte que mis ganas o apetitos. Vosotros, amigos lectores, ¿cómo lo lleváis?
Un fuerte abrazo y hasta el próximo viernes.