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El autorretrato de Pedro Sánchez y las elecciones

Un libro que no explica ni la moción de censura ni el adelanto de comicios

Ante el envite del 28 de abril hay muchos españoles que aún no saben qué hacer. Contemplan la posibilidad de cambiar el voto y quieren hacerse una composición de lugar para luego tomar una decisión. El balance de la legislatura no es bueno. Empezó con la formación agónica del gobierno de Rajoy, se desarrolló en un ambiente inestable y terminó haciendo aguas bajo la dirección del tambaleante gobierno socialista, que solo pudo resistir unos meses y deja una profunda división política de la sociedad española y una agenda repleta de asuntos pendientes.

A los electores que ahora deben definir el panorama político con su voto les falta una explicación convincente de la moción de censura y de la convocatoria de elecciones anticipadas. El presidente del Gobierno no ha ofrecido hasta la fecha una versión creíble del papel de Podemos y, sobre todo, de los partidos independentistas catalanes en ambos hechos. Justificó el relevo de Rajoy con la corrupción del PP y responsabilizó a la derecha del bloqueo que le obligó a disolver las Cortes, pero lo cierto es que la moción no hubiera prosperado sin el respaldo de los nacionalistas catalanes y que de haber tenido su apoyo en el trámite presupuestario él hubiera continuado en el cargo, soportando la presión desatada de la oposición. El breve trayecto del gobierno socialista requiere una aclaración de principio a fin porque trastocó la vida política del país, algunos partidos han seguido una estrategia sinuosa en la cuestión catalana y el presidente del Gobierno parece dispuesto a intentarlo de nuevo.

En su libro, Pedro Sánchez no da respuesta a estas preguntas. A propósito de la moción, asegura que prefería la dimisión de Rajoy y que no era su deseo llegar al poder a cualquier precio. Cuando se refiere a su aspiración a ser investido en 2016, recuerda que reprochó a Podemos el error de pretender que la gobernabilidad del país descansara en aquellos partidos que quieren romper el país y a Rajoy, por el contrario, que no negociara posteriormente el apoyo del PDeCAT en vez de la abstención del PSOE. Repasa la actuación de todos los partidos, incluido el suyo, atribuyéndose personalmente los aciertos siempre, sin excepción, pero no dice nada de cómo obtuvo el voto favorable de los independentistas a la moción de censura que presentó en mayo pasado.

El relato de Pedro Sánchez cuenta la peripecia de un político de segunda fila, que comienza su aventura tomando parte en una misión internacional enviada a la crisis yugoslava y colaborando en diversos equipos de su partido, y que con una mezcla de obstinación, disponibilidad y azar, consigue abrirse paso hasta alcanzar la cumbre del poder. Pedro Sánchez presenta la carrera política más singular entre todos los Presidentes, especialmente en la última etapa, en la que ha alcanzado las posiciones más elevadas. Las circunstancias y un sorprendente don de la oportunidad le han facilitado el acceso a la secretaría general de su partido y a La Moncloa, cuando en principio apenas tenía posibilidades de llegar a ninguno de los dos cargos. Para colmo, la abstención del grupo socialista en el Congreso, en 2016, en la investidura de Rajoy, en contra del voto negativo que defendía él, le evitó una derrota segura en unas terceras elecciones, que podría haber supuesto un final definitivo de su andadura política.

En la escalada hacia el poder, donde se decide y se pueden hacer cosas importantes, Pedro Sánchez confiesa que ha tenido que hacer frente a obstáculos de todo tipo. Pero su carácter firme y testarudo le ha ayudado a vencer las adversidades. El relato aquí adquiere un tono épico que, junto con otros avatares y rasgos del protagonista, sitúa la biografía política de Sánchez camino de la leyenda. En este punto, el lector relajado no podrá reprimir una sonrisa benevolente.

Más que un manual que enseñe a través del ejemplo la vía de la resiliencia como garantía de éxito, el libro de Sánchez es una autoafirmación de sí mismo. En esta faceta, el líder socialista no encuentra límites. Su segunda victoria en las primarias del PSOE, la moción de censura y la acogida del Aquarius han cambiado la política en su partido, en España y en Europa, respectivamente. Con 240.000 euros, escribe sobre su regreso triunfal a la secretaría general, dimos la vuelta al partido y al país. En su actuación, con cada acción ejecutada Sánchez cree haber inaugurado una etapa nueva. Lo ha logrado, además, sin haber dado pasos en falso. Los que se equivocan son sus adversarios. Incluso cuando pierde, gana. Lo sostuvo al ser derrotado al intentar por primera vez ser investido y lo ha repetido, ante la prensa, al ser rechazado su proyecto de Presupuestos. En el libro Sánchez demuestra que está en la creencia inamovible de que siempre hace lo correcto, lo que le lleva en ocasiones a ofuscarse y resultar confuso en sus análisis de la realidad.

Volvamos a la cuestión catalana, que gravita sobre todo el libro y la acción del gobierno socialista. Sánchez considera que el nacionalismo es la mayor amenaza para la democracia y para Europa, la que considera que debe ser la primera referencia política para nuestro país, y tacha a los independentistas catalanes de reaccionarios. Por otro lado, opina que si Rajoy hubiera dialogado con Puigdemont antes de su fuga y hubiera negociado los 23 puntos que le planteó Artur Mas, la crisis catalana habría seguido un curso más favorable. Pero no reconoce que todas las aproximaciones habidas entre el Gobierno español y el de la Generalitat han tropezado en la reclamación por los independentistas del derecho de autodeterminación, el punto donde también ha naufragado su Gobierno.

El libro ha sido destripado durante esta semana con mucha mofa. Quizá merezca una lectura más atenta. Muestra a Sánchez tal como él mismo se ve, un héroe de la política algo estrambótico realizando el sueño de ascender al poder, a pesar de las zancadillas que le ponen las elites del periodismo y el dinero, con el propósito auténtico de gobernar a favor de los más débiles. Cabe preguntarse si Pedro Sánchez es un accidente en la política española o un reflejo del país. No es el momento de discutir la justicia de ese dicho que dice que cada pueblo tiene los políticos que se merece, pero el caso es que Pedro Sánchez es el presidente del Gobierno, el candidato del PSOE y, según las encuestas, el aspirante favorito a ganar las elecciones. Para que no haya dudas, si vuelve a presidir el Gobierno, promete seguir en la misma línea. ¿Vamos bien?

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