Shakira ha sido muy criticada por no haber participado en las escaramuzas melódicas de Cúcuta, en la guerra colombiano-venezolana de los conciertos, donde sí estuvieron Alejandro Sanz, Maluma y el moroso fiscal Miguel Bosé (dicho sea sin homofobia), atendiendo la llamada del multimillonario (no se lea en esto plutofobia) Richard Branson. El concierto Venezuela Aid Live irritó a Roger Waters, el bajista de "Pink Floyd", quien ve más problema en el dueño de Virgin que en Nicolás Maduro. A estas alturas, la columna, además de intolerablemente tibia con Maduro, parece contraprogresiva respecto al rock.
Los cantantes, como famosos, se han vuelto ideológicamente imprescindibles. Y no, abuelito, no es como en el tiempo de los cantautores comprometidos, porque entonces lo ideológico estaba en que cantaban versos contra la dictadura y ahora cantan el tremendismo emocional de siempre y sólo están en contra del sistema fiscal que paga el Estado del bienestar. Y así se entiende todo.