La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Museo del Prado, un imán para visitantes

Una colección hecha con exquisito sentimiento a lo largo del tiempo por los protagonistas de nuestra historia

En las viejas ciudades de Europa están a la vista, sin paliativos, las catedrales y palacios. Son los puntos neurálgicos de la vida. Atraen como imán todo pálpito de la ciudad. En Madrid, en cambio, es el Museo del Prado este polo de atracción. El antiguo Alcázar, que ocupaba el solar del actual palacio madrileño, estaba en el borde sur de la ciudad, mirando al lejano horizonte atentos a las incursiones constantes del Islam. Más hacia el interior se levantó el monasterio de los Jerónimos, en un lugar idílico por la limpieza del aire, el frescor de las aguas y la frondosidad de su entorno. A uno de los lados del monasterio se inicia el Palacio del Buen Retiro, más bello y alegre que el sombrío Alcázar. Es a sus faldas donde se construye el Museo del Prado, que hoy recordamos. Allí va a entregar la Corona las más bellas pinturas y esculturas de sus colecciones que atesoraba en sus palacios desde tres siglos atrás. Lo más exquisito pasa al Museo del Prado. Nos sorprende los motivos de aquel regalo expresado con claridad por los ministros del rey: "Para el disfrute del pueblo, su conservación, y para el estudio de los sabios". Tres categorías que nada difieren de lo propuesto en nuestro tiempo en el Consejo Internacional de Museos (ICOM).

Hoy este bello museo de línea clásica y ponderado equilibrio, acogedor a la medida humana, es un imán para todo visitante tanto de la capital como de fuera. Para muchos, es la razón única de una visita a la capital de España. La fachada principal da al Paseo, y la parte posterior, en ligera hondonada, linda con la iglesia y el monasterio de los Jerónimos, el monumento más egregio en la España de los Trastámara. Más atrás, están los más bellos jardines del antiguo palacio de El Retiro. Difícil encontrar un espacio con tanta belleza, armonía e historia.

Un peso histórico avala como impecable valor a este museo. Aquí está el trasvase de la colección del rey Fernando VII, el museo de la Trinidad, y también los fondos del museo de arte moderno, que en principio estaba en el ala derecha de la Biblioteca Nacional. El contenido va desde los siglos XII al XIX. Todas las escuelas europeas están representadas con armónica distribución en las salas al entrar por la puerta de Goya. Esto es común en los grandes museos de Europa. Lo que brilla por excepcional es la obra de Velázquez y Goya, sin duda lo mejor del mundo de estos dos genios precursores del Impresionismo y del Expresionismo, que van a dominar implacables en los siglos XIX y XX.

Lo que es interesante señalar, que más que belleza en sus salas y riqueza impagable de estas obras, es que aquí está concentrada la Historia de España. Son pinturas que escalonan los siglos, acordes con la vida de una España desde el siglo XV al XIX. Es una colección hecha con exquisito sentimiento a lo largo del tiempo por los protagonistas de nuestra historia.

Compartir el artículo

stats