¿Pero cómo se consigue eso si se fugó de la Justicia?, se preguntarán. Muy fácil. Es una simple cuestión de voluntad, se le restituye al escenario del crimen con un permiso de ida y vuelta. Si no fuera posible hacerlo, Lastra y compañía viajarían para encontrarse con él en Waterloo, pero de ninguna de las maneras nos podemos resignar sin la foto de Puigdemont negociando el apoyo a un gobierno español. Es la guinda del pastel.
Ya sería una lata, después de tantas tentativas fallidas que España continuase sin gobierno y por la misma senda hasta unas nuevas elecciones. Pero todavía mucho peor que Puigdemont, además de tener la última palabra, no posase en la foto de la negociación para investir a Sánchez y dar vía libre al nuevo Ejecutivo de la España plurinacional. Veracidad y crudeza, por si alguien continúa pensando que se trata de un espejismo.