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La mirada femenina

Esta Navidad brinda por tu barrio

Solo la conciencia de la gente puede proteger a los comercios y oficios tradicionales del empuje digital

Aún recuerdo cuando en algunas redacciones había dos turnos, el de las mañanas y el de las tardes. Recuerdo los cuartos oscuros y húmedos de los fotógrafos con sus tendederos y las fotos que colgaban y salpicaban líquido de revelado.

Recuerdo las redacciones llenas de gente. La vida del periodista parecía excitante. Se bebía mucho café y se fumaba seguido. Me consta que eso ha ido cambiando a peor. Y me pregunto si el ciudadano de a pie se ha enterado del descalabro causado. Y también me pregunto si a alguien le importa, porque como sucede con el cambio climático hasta que no se inunda la casa de uno nadie mueve un dedo.

Tal vez porque estamos en periodo navideño no estaría de más una reflexión respecto al deber que tenemos los ciudadanos para con nuestro barrio.

¿Cómo queremos vivir? ¿Queremos ser más libres o más esclavos?

Hay una serie de empresas digitales gigantes como Google, Apple, Facebook, Amazon por nombrar algunas de las más importante que sin apenas pagar impuestos se están haciendo con el monopolio de los contenidos a nivel mundial. Facturan cientos de miles de millones y pagan unos impuestos de risa y el resto de las empresas simplemente no pueden competir con ellas.

¿Cómo no van a cerrarse cientos de negocios y a producirse miles de despidos?

Podemos comprarlo todo por Amazon: libros, ropa, juguetes, ¡hasta sushi! Cuando me lo dijeron casi no podía ni creerlo. Podemos comprar pescado por Amazon, Dios mío, hasta las pescaderías del mercado están en peligro de extinción.

Ya sé que el pez gordo siempre se come al pequeño, pero, joder, tal vez ahora que lo sabemos deberíamos hacer algo al respecto.

Acabaron con la industria de la música permitiendo que la gente obtuviera la música de forma gratuita o casi gratuita a través de plataformas como Spotify o Youtube, que a los autores no les dan ni las gracias.

También acabaron con la mayoría de jugueterías del barrio. Ahora solo quedan dos. Convencieron a los niños de que sus video games eran mucho más divertidos que cualquier otro juguete posible. Fue terrible comprobar cómo una tras otra esas jugueterías de calidad fueron cerrando.

Y ahora están dañando gravemente al sector editorial, entre otros muchos.

La gente cada vez compra menos libros y periódicos en papel aun a sabiendas de que el papel es mejor para la salud y para el medio ambiente.

Los oculistas sostienen que leer en papel es mil veces mejor para la vista. Además, es sostenible puesto que las empresas de papel al contrario de lo que cree la gente también están comprometidas con el cuidado del bosque.

Además, ¿es acaso más sostenible la alternativa de los niños esclavos del copal? (Material con el que se fabrican las pantallas de los móviles, ordenadores y tabletas)

Probablemente la generación de los setenta sea la última que desayune con un periódico entre las manos. Una piensa: bueno, es solo un cambio de formato, no nos pongamos trágicos, apostemos por lo digital y arreglado. Se pone un precio mínimo para que la gente acceda al contenido y se puedan sostener las redacciones. Todos nos adaptamos, el periodista se reinventa y "palante".

Pero la realidad es que la gente ya lee gratuitamente a través de las redes sociales y no está dispuesta a pagar un solo euro por las informaciones. Solo una minoría de usuarios está dispuesta a hacerlo.

Es patético constatar que todos trabajamos para estos gigantes digitales gratuitamente. Creamos contenido para sus soportes digitales y ellos no responden siquiera con los impuestos mínimos que repercutan positivamente en nuestra sociedad.

Además, el contenido low cost que ofrecen estos gigantes digitales deja sin pan a millones de familias en el mundo entero.

Por poner un ejemplo también sin salir del barrio, un librero o un quiosquero se ve obligado a pagar un montón de impuestos para mantener su pequeña trinchera. ¿Cómo se puede pretender que compita con estos gigantes?

Solo la conciencia de la gente, la misma que se preocupa por un mundo mejor, por los desaparecidos en el Mediterráneo o por el cambio climático, puede proteger la supervivencia del barrio y de sus oficios. Y de esta manera beneficiar en algo a la pescadera, al panadero, al quiosquero, al librero, al restaurador, al autor, al artesano, etcétera.

Por eso esta Navidad, si quieres hacer una buena obra, apuesta por tu barrio.

Sigue alquilando en el videoclub, compra el periódico en papel, regala el disco o el libro de ese artista que tanto te gusta, ve a la pescadería y tómate una cerveza en el bar de la esquina a la salud de tu gente.

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