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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

La declaración de León

Se están dando los mimbres para una rebelión territorial generalizada

La polémica "declaración de León" es un síntoma de lo que se avecina: el cuestionamiento, por parte de la España despoblada, de que viajar en la albarda del burro jamás acercará a las zonas pobres a la España que se conduce a otra velocidad (que, por otra parte, tampoco es de crucero, mal que nos pese). Apelando al origen del antiguo reino de León (que sí existió, no como otros inventados con ánimo secesionista), cierta clase política leonesa pretende llamar la atención de que el tiralíneas de la España de las autonomías no satisface a sus actuales expectativas. Y resulta comprensible e incluso puede que oportunista, ahora que el río anda revuelto y bajan turbulentas las aguas territoriales: ni León, ni Zamora, ni Salamanca se encuentran a gusto en el redil de Valladolid, provincia administrativamente beneficiada por la capitalidad regional. En Castilla, a la capital en todas las provincias se la llama despectivamente "Pucela", palabra que según el académico César Hernández hace referencia al mal olor que en el siglo XVI había en la ciudad como consecuencia de la falta de un sistema de saneamiento adecuado. Conozco a muchos zamoranos que votarían a favor de escapar del yugo vallisoletano, aunque acabaran sometidos al yugo leonés.

Se dan los mimbres para una rebelión generalizada de las autonomías, incluso las más desasistidas, que ven cómo no mama el que no llora, y que hasta Teruel, la del toro chico, alza la voz en el Parlamento. Lo peor de este batiburrillo es el síntoma: la preocupante "balcanización" de lo que una vez fue un país que cualquier día tendrá que renombrarse: Expaña.

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