La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Monerías y monadas

Los humanos somos primates excepcionales que con cierta frecuencia nos enredamos a causa de la insana costumbre de andarnos por las ramas. Cada día descubrimos detalles clamorosos que confirman que la especie humana desciende del mono y sigue descendiendo en caída libre del árbol de la involución. No hay más que echar un vistazo a los titulares para reconocer cuántas veces al día se puede confundir a Donald Trump con un orangután o ver disfrazado a Pedro Sánchez de chimpancé zalamero para no contrariar a los que le lanzaron, desde la bancada morada y el ala dura nacionalista, los cacahuetes de la investidura.

Ahora que está de moda enzarzarse como mandriles en una guerra ideológica de sexos habría que recordar que nos hicieron creer que el hombre primitivo, cazador indómito, era el sustento del clan. Resulta, sin embargo, que la dieta de la época se basaba enormemente en los frutos recolectados por las mujeres. Eso lo hemos sabido gracias al trabajo de campo entre primates de investigadoras de la talla de Jane Goodall, Dian Fossey o Biruté Galdikas. Louis Leakey, el científico que situó en África el origen del ser humano, puso en manos de ellas ese empeño porque eran más empáticas que los hombres. A la vista del comportamiento de los monos, intuimos que ni el hombre era el exclusivo aprovisionador ni la mujer la dependiente y pasiva.

A Goodall le fue más sencillo entenderse con los primates que con los machos alfa de la ciencia, que cuestionaron sus asombrosos descubrimientos. Cualquier mono puede alcanzar un plátano, pero solo los humanos pueden alcanzar las estrellas, dicta un proverbio hindú. Resulta evidente que hay humanos sin capacidad para alcanzar un plátano.

Compartir el artículo

stats