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Myriam Mancisidor

En casa con Selva y Mikel

Myriam Mancisidor

Aquí se permite la risa

"Mamá, cierra el cole. Hay un bichito malo que se llama 'conoravirus' y la profe dice que nos vamos a casa para que no nos lo peguen". Con esta explicación tan sencilla me convenció mi hija Selva, de 5 años, de la importancia real de quedarnos en casa. Y aquí estamos desde el jueves a las cinco de la tarde, hace casi seis días. Compartimos unos setenta metros cuadrados Selva, su hermano Mikel, de 2 años, Vicen, mi marido, y servidora. ¿Fácil? Ni de broma. Aunque el primer día me vine arriba después de leer varios mensajes de Whatsapp como el de "70 ideas fáciles para jugar con niños dentro de casa" con planes tan llamativos como hacer una acampada nocturna en el salón. Ésta todavía no la hemos probado.

De momento hemos optado por actividades más sencillas. Cada día hacemos un "planning" que incluye también normas, o esto se desmadra. Una, impepinable, lavarse las manos varias veces al día, a ser posible cantando una canción. Otra, aunque suene ridícula: el pijama solo se usa para dormir. Eso significa que cada día nos vestimos de calle, y a veces hasta de fiesta. Pero no de una fiesta cualquiera: cada poco, y a veces varias veces en el mismo día, sacamos los trapos viejos y nos antroxamos de damiselas, payasos, tigres...

Aún conscientes de que éste no es un momento para regocijarse, sí queremos disfrutar y que los peques sufran lo menos posible el aislamiento social. Así que en este piso sí, está permitida la risa. Tras el desayuno y durante el fin de semana cumplimos con casi cuarenta minutos de gimnasia al día. A Selva y a Mikel les viene bien mover el esqueleto, y a los demás también, más que nada porque el aislamiento nos pilló al comienzo de una dieta y el calendario incluye "clases de cocina". En estos pocos días hemos hecho galletas de mantequilla, dos panes (porque no, no salimos a comprar el pan) y, ya en harina, unos bollos preñaos.

Puzzles de goma, cuentos, siestas, guerras de almohadas, juegos de peluquería (Vicen, de pelo largo, tiene las horas de melena contadas) y también muchas manualidades con las manos y con los pies han ocupado hasta ahora las horas, que sí hemos notado que pasan más lentas que de normal. El lunes bien temprano recibimos las primeras tareas del colegio de Selva. ¡Bien! Durante buena parte de la mañana estuvo entretenida, la tarde fue otra cosa. Mikel es más complicado: coloca bloques, los tira, los coloca, vacías cajas, no las recoge, vacía otras llenas...

Ayer, martes, dedicamos el día a Italia. Tras el desayuno y las tareas pensamos en homenajear al país vecino. Cocinamos pasta, cenamos pizza con verduras hecha por ellos, pusimos un capítulo en el ordenador (no tenemos televisión, por decisión personal) de Pepa Pig: "Vacanze al sole"...Y jugamos mucho, todo lo que pudimos en la terraza, que es lo que nos está dando aire cuando parece que se agota en casa. Hoy, miércoles, toca hacer deberes, está prometido un karaoke (lo siento, vecinos) e igual jugamos a los disparates. Si hace bueno abriremos un par de sidras, y brindaremos por otro día más en setenta metros cuadrados. ¡Ah! Ayer despedimos el día con música. Selva y Mikel se asomaron a la ventana e hicieron sonar sus gaitas de juguete, recuerdo de Cangas de Onís, fuerte, muy fuerte.

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