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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

A tiros contra el virus

En Estados Unidos quieren acabar a tiros con el coronavirus, como si se pudiera someter al bicho a un duelo en Ok Corral. Donald Trump considera las armerías y los campos de tiro tan esenciales como los supermercados y las farmacias. De manera que los yanquis hacen acopio de papel higiénico, conservas enlatadas, ibuprofeno y munición en abundancia.

En el país de las películas del Oeste donde un mal actor hizo un buen presidente y un buen empresario deviene en pésimo mandatario, la epidemia llena los hospitales y las armerías. En ambos tipos de establecimientos se están registrando colas. Cuando detectan que se asoma un futuro incierto, los norteamericanos desempolvan el Colt y el Winchester. En Europa, las armas las llevan los malos; en USA, la Segunda Enmienda consagra que las pistolas y los rifles sirvan de defensa a los buenos. De un lado, Liberty Valance; del otro, el Séptimo de Caballería de Míchigan.

No se vendían tantas armas en el país del Tío Sam desde la llegada de Obama a la presidencia, cuando el primer mandatario negro de la superpotencia planteó medidas, todas fracasadas, de restringir su venta, las que hicieron que John Wayne se revolviera en su tumba y Lee Van Cleef llamara, desde el más allá, al voto republicano.

El alcalde de Baltimore, Jack Young, pidió días atrás a sus convecinos que dejasen de dispararse con armas de fuego para no tener que usar para los heridos de bala las camas de hospitales que harían falta para atender a los enfermos por coronavirus. La fiebre por los revólveres y las escopetas alcanza en este país más grados Fahrenheit que la calentura por el acoso del bicho de Wuhan.

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