La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El cólera en Asturias en el siglo XIX, por Julio Antonio Vaquero Iglesias

Una epidemia que causó miles de muertos en la región

Julio Antonio Vaquero Iglesias

La actual pandemia de coronavirus que padecemos nos lleva a preguntarnos por las otras grandes epidemias contemporáneas que ha sufrido nuestra región. Sobre la pandemia de la mal llamada "gripe española" que asoló al mundo en 1918 contamos para Asturias con un buen estudio desde el punto de vista epidemiológico como el de Pedro Arcos González. La pandemia del cólera morbo que padeció a través de cuatro oleadas nuestra región en el siglo XIX la conocemos desde el punto de vista histórico con gran detalle gracias a los trabajos del historiador y profesor José María Moro.

Causado por una bacteria ("Vibrio cholerae") el cólera origina una infección aguda intestinal que puede producir vómitos y diarrea que llegan a producir la deshidratación del organismo y la muerte. La enfermedad se transmite por la ingesta de agua o alimentos contaminados por el citado bacilo y por contacto directo con superficies infectadas e incluso pueden propagarlo las personas contagiadas. En el siglo XIX todavía no se conocían estos mecanismos de contagio y la vacuna no se descubrió hasta 1885 por el médico valenciano Jaime Ferrán.

Procedente de Asia, concretamente de la India, en el siglo XIX, en un mundo ya medianamente globalizado se convirtió en una pandemia que asoló Asia, Europa y América. En España, concretamente, en Asturias, se expandió en cuatro oleadas: 1834,1854, 1865 y 1885. Fueron epidemias que, con mayor o menor fuerza, se extendieron por toda la región, con mayor o menor intensidad en unos u otros concejos. Pero la más extensa, intensa y grave, sobre todo en Oviedo, fue la de 1854. Esta oleada estuvo agravada en nuestra región por una profunda crisis de subsistencias originada por las malas cosechas del año anterior y dio origen al conocido Manifiesto del Hambre de Bernardo de Quirós en el que se relata con testimonios estremecedores el hambre y la pobreza con que aquella crisis de subsistencias asoló la región e indirectamente agravó la epidemia de cólera de aquel trágico año, en que el cólera dejó tras de sí 3.319 fallecidos de una población de alrededor de los 500.000 habitantes de la Asturias de la época. Las otras tres oleadas fueron, desde luego, menos mortíferas. Pero causaron también un profundo estado de alarma entre los habitantes de la región, como lo testimonian las medidas preventivas sanitarias que antes y después de 1854 se tomaron en la región. Entre otras, después de la de 1854, el avance en la construcción de cementerios fuera de las iglesias, dado que los entierros dentro de las iglesias seguían siendo todavía frecuentes en el mundo rural asturiano.

En la oleada de 1854 se tomaron medidas para prevenir la llegada del cólera y una vez desarrollado éste otras para evitar su extensión dentro de Oviedo y los otros concejos próximos afectados y su propagación por la región, además de las dedicadas a atención a los enfermos con medidas económicas y, sobre todo, sanitarias.

En el caso de las dedicadas a prevenir la extensión del cólera, una de las fundamentales fue el aislamiento de la población para evitar los contagios, aunque, como hemos escrito, no se conocían todavía bien los mecanismos de propagación del bacilo del cólera. La lectura de los periódicos ovetenses de aquel año describían métodos muy peculiares para eliminarlo como realizar hogueras en las aceras para purificar el aire, además de medidas para limpiar las vías públicas y las casas y habitaciones malsanas en que se hacinaban las familias de la zona rural de basuras y desperdicios. Como escribía un médico ante aquella coyuntura: "(la propagación de la enfermedad la favorecen) esas bodegas habitadas sin ventilación y sin más luz que la que reciben de la calle, en las que los padres y los hijos el cerdo y la gallina en funesta mancomunidad, viviendas húmedas sin "tillado" ni vertedero en las que asfixia el humo".

Las multas también se produjeron. En el Boletín Oficial de la Provincia, se recogen multas impuestas por el Gobernador civil de la provincia por diversas causas como arrojar basura por el balcón en Gijón o por arrojar agua sucia por la ventana o en Oviedo por tener basura en la puerta de la vivienda.

En cuanto a la atención de los enfermos se dispusieron medidas económicas para los de la clase más menesterosa para mejorar sus malas condiciones de vida y así tratar de impedir el avance de la epidemia concediéndoles ayudas en metálico, aunque éstas tropezaron con las dificultades de las arcas escasamente boyantes de la Administración asturiana de la época. Las medidas propiamente sanitarias consistieron en crear centros hospitalarios específicos para los coléricos en las principales ciudades y en establecer la atención domiciliaria de los enfermos menos graves a la vez que se instruía a los familiares de estos últimos para tratar a los enfermos. En Oviedo, por ejemplo, se estableció un hospital en el Convento de la Vega y se dispuso de un número de camas específicas y separadas en el Hospital Provincial. Además de establecer un turno entre las farmacias de la ciudad para una se estuviese abierta toda la noche y pudiese atender a los demandantes de medicinas. En Gijón se habilitó una sala del Palacio Valdés como hospital de coléricos. Y, cómo no, también se tomaron medidas para aumentar el número de médicos y cirujanos de la región que comenzaron a ser insuficientes para atender a los enfermos coléricos, acudiendo al gobierno de la nación para conseguirlo.

Tampoco faltaron, los consabidos anuncios en las páginas de la prensa regional de toda clase de remedios caseros "mágicos" contra la epidemia, como los que pululan por las redes sociales para acabar con el mortífero virus que hoy padecemos.

Y, eso sí, sin necesidad de subirse a los tejados como hoy, la Iglesia asturiana de aquel tiempo de cólera hizo las consabidas rogativas para tratar de evitar y acabar con la epidemia del cólera morbo. Además de preocuparse con un plan especial de atender espiritualmente a los enfermos en situación de muerte por la enfermedad.

Está claro que con las consabidas diferencias de los casi doscientos años que separan las dos experiencias epidémicas, los paralelismos entre ellas son muchos y la lección que nos brinda para la actual la historia de la epidemia colérica asturiana es que siempre hay una luz al final del túnel.

José María Moro, "Las epidemias de cólera en la Asturias del siglo XIX". Oviedo, 2003.

Compartir el artículo

stats